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Entrevista
DOI: 10.38128/revcsh.v1i01.9
Límites y alcances de la teoría crítica
postfrancfortiana en torno al proceso capitalista.
Entrevista a Carlos Oliva
Limits and scope of post-Frankfurt critical theory
on the capitalist process.
Interview with Carlos Oliva
José Luis Aguilar-Martínez. ID. 0000-0003-1074-1569
Revista Ciencia y Filosofía
Email: revistacienciayfilosofia@gmail.com
Carlos Oliva Mendoza es traductor, escritor y profesor de filosofía en la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM, donde trabaja como profesor de tiempo completo. Entre
otros reconocimientos, ha obtenido el Premio Internacional de Narrativa, Siglo XXI; el
Premio Nacional de Ensayo y el Premio Nacional de Ensayo Joven. Es responsable del
proyecto de investigación "Historia de la Estética" y miembro del Sistema Nacional de
Investigadores. Algunas de sus principales obras son: Espacio y capital, Semiótica y
capital, Hermenéutica del relajo y otros ensayos sobre filosofía mexicana
contemporánea, Hegel, conciencia, experiencia y fenomenología entre otros.
En el primer número de Ciencia y Filosofía, Revista de Ciencias Sociales y
Humanidades queremos dar a conocer los límites y los alcances de la Teoría Crítica
que actualmente vive una variante de posiciones, por ejemplo, Romero Cuevas
define a la Teoría Crítica como “Teoría Inmanente Radical”, según este autor la
Teoría Crítica se define como “un “procedimiento crítico que afronta, cuestiona y
enjuicia una realidad desde parámetros, considerados válidos o normativos,
explicables en ella misma.”
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Según este ejemplo, se puede hablar de teoría crítica a partir del cisma que se
produce en la década de los años 60 con Habermas y posteriormente con Honneth
en donde se crítica la filosofía negativa de la historia representada por Horkheimer,
Adorno y Marcuse, así que, para encontrar algunos puntos en común, los teóricos
posteriores a dicho cisma, comenzaron a delimitar los objetos de estudio de la teoría
crítica, no sin un debate sobre la continuidad legitima de la Escuela de Fráncfort.
Qué puede decirnos al respecto sobre una continuidad legitima de la Escuela de
Fráncfort y la emergencia de teorías críticas inamanentistas como la de Romero
Cuevas, que es una postura española, ya que se ha dicho que la Teoría Crítica está
más bien en una etapa de descentralización de Alemania y, por tanto, viaja
alrededor del mundo, como por ejemplo en América Latina.
Es un problema complicado. Yo no creo que la teoría crítica, como está plateada en la
actualidad, remita más que de forma colateral a la Escuela de Fráncfort. ¿Por qué?
Porque la Escuela de Fráncfort se dedica, en un primer momento, a estudiar el problema
de lo que están entendiendo por “americanismo”, por el problema de la
“americanización” de la vida pública; esto es, se dan cuenta de que la subsunciones de
las que habló Marx ya han alcanzado las esferas comunicativa, cultural y semiótica,
entonces, es una teoría crítica que está avanzando contra la forma de subsunción del
resguardo cultural de la creación de identidades. Yo creo que esa batalla la ganó,
culturalmente, Norte América, esto es, Norte América realmente demostró que las
formas de subsunción del capital pueden avanzar hacia los modelos culturales. En este
sentido, esta teoría crítica permanece como un discurso de raigambre europeo, que
siempre está tratando de cuestionar los alcances de una modernización no solo capitalista
sino americana.
Ahora, esto la hace de un corpus potente, porque el “americanismo”, en muchas esferas
de la vida, sigue siendo modélico, pero, a la vez, es un corpus que tiene dos problemas
centrales en la actualidad.
Desde mi punto de vista, el problema es que la cultura norteamericana, con el eminente
fin de la hegemonía del capital norteamericano y la instauración hegemónica del capital
asiático, está en declive, y las formas críticas en las que estaban pensando Adorno
Horkheimer, Marcuse, Benjamin, no operan correctamente con la llegada del nuevo
desenvolvimiento del capital. En segundo lugar, yo creo que son teorías que han tenido
mucho auge en México, Brasil, Argentina, Colombia, Chile, pero no realmente fuera de
círculos académicos o paralelos a la academia, pero dentro de sus reglas de difusión,
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creación y hasta investigación. No es una teoría trasplantada y asumida en América. Por
ejemplo, en México, un autor como Sánchez Vásquez, no desarrolla ninguna
referencialidad hacia la teoría crítica frankfurtiana o un autor como José Revueltas
tampoco tiene referencialidad directa hacia esa teoría crítica francfortiana, tampoco, otro
autor muy referido, Enrique Dussel. En México el papel importante se juega en la figura
de Bolívar Echeverría, pero más allá de esta figura, es una forma teoría crítica colateral.
Puedo abreviar: el discurso crítico que viene de la filosofía negativa frankfurtiana es un
discurso más entre los discursos críticos y no creo que sea un discurso que tenga
prelación en estos momentos; prelación en estos momentos tiene la teoría crítica a partir
de la obra de Marx.
Es un acuerdo tácito a nivel de la Teoría Crítica no despotenciar su carácter radical
y su orientación materialista con implicaciones históricas, muy apegada, por cierto,
a la concepción marxiana de la historia. Esta normativa ha traído como
consecuencia un elitismo intelectual desapegado de los movimientos sociales. Es
decir, la teoría crítica se ha vuelto una teoría estrictamente académica con una
visión irónica de la historia, como diría Hayden White en su libro Imaginación
histórica, que es más consciente de sus aspiraciones morales y estéticas de lo que era
en un principio.
Es similar a lo que decía inicialmente y que en cometario está bien detectado, es decir,
es una teoría que pierde de facto frente al “americanismo”. El “americanismo” gana en el
siglo XX frente a una teoría negativa ilustrada radical, que es lo que está atrás de la
escuela de Frankfurt, entonces el refugio natural es el nicho académico y lo que vemos
muy claramente en la actualidad es que esa teoría frankfurtiana ha tenido desarrollos y
despliegues que están muy encerrados en la académica. No hay un sujeto social al cual se
estén refiriendo, y eso ya se veía desde Adorno: en sus críticas al jazz, al arte popular, al
cine, eran unas críticas muy radicales y un tanto enceguecidas; en el fondo acabaron
haciendo que esa teoría se volviera muy endógena. De ahí que la teoría crítica de las
generaciones inmediatas se planteó como una serie de teorías normativas, para regular
las funciones del Estado y las funciones de la democracia, pero los problemas del capital
están muy lejos de ser resueltos a través de la democracia representativa.
Por el contrario, otras teorías mucho más radicales, crean una jerga académica que solo
puede ser entendida dentro de la academia y no hay referencialidad hacia los
movimientos sociales, incluso hay una constante descalificación de esos movimientos.
Pienso en la idea de Zizek sobre el zapatismo, “la revolución blanda” le llama. Son
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teorías donde si no se plantea la toma del poder, entonces no creen posibilidades de
operar contra el capitalismo.
¿Se puede descartar la idea, según la cual, la teoría crítica se ha convertido en una
industria intelectual que tiene por objeto el proceso histórico, sobre todo el proceso
del capital con una actitud irónica en su escritura más que una construcción de
alternativas políticas y de praxis vinculada con la realidad efectiva de los agentes
sociales?
No solo no se puede descartar, sino que de facto es lo que vemos, o sea, la teoría crítica
genera best sellers “académicos”, tiene nichos de mercado, lo de hoy son loa cursos de
verano de teoría crítica, su presentaciones son como las del front man del rock and roll.
Ahí adonde van las y los grandes teóricos críticos mundiales es adonde hay que ir a
aprender, es como una Meca crítica. Entonces no solo no puede descartarse, sino que hay
que dar por hecho que la teoría crítica funciona como una industria mercantil; están
integrados a las universidades, mantienen la relación entre periferia y centro, creen que
Europa, Estado Unidos sigue siendo el polo académico al cual hay que girar
permanentemente. No solo no se puede descartar esa función irónica, sino que se
constata y vivifica cada verano.
Si esto es así, entonces vuelve a plantearse la cuestión de límite del proceso y sus
condiciones de posibilidad, dejando a un lado la intervención de la voluntad como
era el caso de la dictadura del proletariado en la época de la Tercera Internacional,
es decir, estas variantes de teoría crítica no han avanzado mucho que digamos, solo
han ordenado un discurso consecuente con la crítica de capitalismo de mercado,
será acaso porque al interior del análisis del capitalismo surgen teorías rivales como
la de Karatani en su Transcritica que pone énfasis en el movimiento del dinero y su
capacidad constituyente de proceso y no tanto en la denuncia irónica de las
instituciones sociales.
Ese es un tema muy interesante. Finalmente, los procedimientos irónicos son procedimientos
negativos de la racionalidad, están apoyados en una racionalidad que en el momento en que
se ve cercada, tiende a operar por ironía. Atrás de la ironía, no solo frankfurtiana, sino la
postfrankfurtiana, hay todavía una apuesta al hecho ilustrado, y como dices bien, en última
instancia hay una apuesta que creen vigente: hay un sujeto que a través de la voluntad podría
cambiar las cosas, de hecho, hay un muy vendible neo-leninismo, en parte de la teoría crítica,
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conviviendo de forma más o menos teatral con neo - reformismo muy bien insertado en el
mercado.
Sin embargo, yo creo que esa puesta en escena puede quedar en el olvido, por la
conformación de dos variantes críticas. Por un lado, hay un discurso crítico teologal, esto
es, una forma de la crítica que descubre que las estructuras del pensamiento en la mayor
parte del mundo están ligadas a formas sacras y que esto no las descalifica como formas
críticas, como discursos y narrativas críticas. Por ejemplo, una propuesta contundente al
respecto es la de Bolívar Echeverría: hay una modernidad sacra que juega con elementos
teologales, él la llama modernidad barroca”, y está conformada por un discurso no
irónico, pero un discurso crítico que es sicamente un despliegue de segundo orden,
una representación, donde todo es teatral. Lo interesante es descubrir las formas de
transformación en una realidad que ya acontece como el teatro barroco, no como el
despliegue romántico revolucionario.
Y hay otras propuestas muy poderosas como por ejemplo la teoría transcrítica de
Karatani. Él indica que el regreso a Kant y a Marx, tiene que ver con que ahí estarían
planteados los paralajes, que nos muestran la imposibilidad de crear una síntesis en el
interior de la modernidad. La modernidad es una tensión no resuelta y que no se va a
resolver desde una forma crítica ilustrada.
Estos discursos van a adquirir más potencia, porque la crisis del capital parece ser una
crisis definitiva, que es otra cosa que se ha detectado con precisión: ya no es una crisis
económica, ya no es una crisis nacional, ya no es una crisis imperial, ya ni siquiera puede
plantearse como una crisis bélica, que era la forma clásica de deificar las crisis del
capitalismo industrial; sino que es una crisis civilizatoria. Y se necesitan alternativas
frente a una crisis civilizatoria, pienso, pues, en la emergencia de teorías críticas
pensadas desde las formas naturales y las formas sacras, o en teorías muy complejas
como las que plantea ahora mismo Karatani, las de un discurso crítico que se despliega
más allá de la socialidad mercantil, con la intervención de formas de intercambio
reprimidas por el capitalismo, como la reciprocidad o el despojo, que están regresando
por sí mismas, más allá de la voluntad humana.
Jan Hoff en su Marx Global (2017) anticipa esta lucha hegemónica por la mejor
interpretación acerca del fin del proceso capitalista, así como la exclusión
sistemática del regionalismo alemán por seguir sosteniendo una hegemonía
fundamentalmente académica sobre otras versiones del proceso como la de Japón o
incluso la de América Latina.
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Así es. En Japón existe un marxismo cultivado y sofisticado, un marxismo que fue
marginal de la historia central del pensamiento y que ahora nos muestras pensadores tan
acabados como Karatani, desde mi punto de vista uno de los autores centrales del
marxismo contemporáneo.
Qué hay atrás del marxismo asiático o del marxismo americano. Yo creo que ahí
tenemos un movimiento central, un movimiento que no aconteció plenamente durante el
siglo XX: pensar el proceso de capitalización, de acumulación, a partir de las formas de
circulación del capital y no de las formas de producción del capital; sin eliminar la esfera
del consumo y de la producción que están generando capital, el punto central de
acumulación estaría aconteciendo a través de la circulación de sus capitales, de las
variaciones de los valores y del pleno despliegue del crédito, de la especulación. Esto
vuelve anacrónico gran parte de ese marxismo que centraba todo en el hecho productivo
y, por lo tanto, en las posibilidades revolucionarias.
Cuando vemos cómo está circulando el capital en y desde Asia; cómo están circulando
otras formas no capitalistas, sino formas de intercambio reprimidas como la reciprocidad
o el despojo, en América Latina, entonces entendemos por qué el estudio del capital vira
hacia la circulación, un hecho que inclus o subsume la producción y el consumo.
En ese contexto, Europa sería una especie de ficción, un lugar “folklórico” del
capitalismo clásico, que vive en la bella narrativa, muy situada por lo demás, de un
capitalismo industrial regulado por el Estado. Algo que no está sucediendo en el mundo,
ni en África, ni en Asia, ni América.
El capitalismo no está ni siendo regulado por el Estado, ni tiene su principal función en
la industria, en la vindicación lúdica de la dignidad democrática o en la esperanza de la
venganza revolucionaria.
Gracias por su participación.