Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204
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DOI: 10.38128/cienciayfilosofa.v10i11.73
Estudio de caso
La dimensión emocional del diálogo socrático en los cafés
filosóficos desde la perspectiva del animador
The emotional dimension of the Socratic dialogue in philosophical
cafés from the perspective of the animator
A dimensão emocional do diálogo socrático em cafés filosóficos
sob a perspectiva do facilitador.
Gabriel Emiliano Ortiz Ramírez. ID. 0009-0007-5655-7165
Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, CDMX,
México. Email: gabrielemiliano.ortizramirez@gmail.com
Resumen
A partir de un análisis crítico de Laura Crandiotto se aborda el concepto de prácticas
filosóficas contemporáneas utilizando el diálogo socrático como método principal para
develar el sentido de prácticas de los cafés filosóficos y de la consultoría filosófica que se
han convertido en prácticas de oralidad puramente racionales, ignorando que Sócrates
utilizaba las emociones de sus interlocutores como un medio para descubrir la verdad.
Este artículo es una primera aproximación al problema del uso de las emociones en los
cafés filosóficos que realizan los animadores del equipo de Filosofía en la Ciudad. Se
busca indagar cómo el animador utiliza las emociones para hacer cafés, mediante el
estudio del caso de una práctica sitiada titulado ¿La pregunta ofende?, que se llevó a cabo
en la Biblioteca Vasconcelos el lunes 27 de marzo del 2023. Se analizan los estados
emocionales durante tres momentos: la planeación del café, durante el café y la
retroalimentación. Se identifica que las emociones en los tres momentos corresponden a
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la culpa en la planeación, miedo y flujo durante el café filosófico y felicidad en la
retroalimentación. Cabe mencionar que al ser el primer estudio de caso que se hace
adentro del equipo de Filosofía en la Ciudad y ser un autorreporte queda mucho por
investigar del tema. Se consideró que para seguir profundizando hace falta analizar otros
casos de cafés, de preferencia de otros animadores y comenzar a hacer comparaciones
entre los casos para identificar similitudes y discrepancias.
Palabras clave: café filosófico, Sócrates, diálogo, práctica filosófica
Abstract
Based on a critical analysis by Laura Crandiotto, the concept of contemporary
philosophical practices is addressed using Socratic dialogue as the main method to reveal
the meaning of practices of philosophical cafés and philosophical consulting that have
become practices of purely rational orality, ignoring that Socrates used the emotions of his
interlocutors as a means to discover the truth. This article is a first approximation to the
problem of the use of emotions in the philosophical cafés carried out by the animators of
the Philosophy in the City team. It seeks to investigate how the animator uses emotions to
make coffee, through the study of the case of a besieged practice entitled Does the question
offend?, which took place at the Vasconcelos Library on Monday, March 27, 2023. The
states are analyzed emotional during three moments: the planning of the coffee, during the
coffee and the feedback. It is identified that the emotions in the three moments correspond
to guilt in the planning, fear and flow during the philosophical coffee and happiness in the
feedback. It is worth mentioning that since it is the first case study to be carried out within
the Philosophy team in the City and it is a self-report, much remains to be investigated on
the subject. It was considered that to continue deepening it is necessary to analyze other
cases of coffees, preferably of other animators and begin to make comparisons between
the cases to identify similarities and discrepancies.
Keywords: philosophical coffee, Socrates, dialogue, philosophical practice
Resumo
Baseado em uma análise crítica de Laura Crandiotto, este artigo aborda o conceito de
práticas filosóficas contemporâneas, utilizando o diálogo socrático como método principal
para desvendar o significado dos cafés filosóficos e das práticas de consultoria filosófica
que se tornaram práticas orais puramente racionais, ignorando que Sócrates utilizava as
emoções de seus interlocutores como meio para descobrir a verdade. Este artigo representa
uma primeira abordagem ao problema do uso das emoções nos cafés filosóficos facilitados
pela equipe do projeto Filosofia na Cidade. Busca-se investigar como o facilitador utiliza
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as emoções nesses cafés, por meio de um estudo de caso de uma sessão intitulada "A
Pergunta Ofende?", realizada na Biblioteca Vasconcelos na segunda-feira, 27 de março de
2023. Os estados emocionais são analisados em três momentos: o planejamento do café,
durante o próprio café e durante a sessão de feedback. As emoções identificadas nos três
momentos correspondem à culpa durante a fase de planejamento, ao medo e ao estado de
fluxo durante o café filosófico e à felicidade durante a sessão de feedback. Cabe ressaltar
que, como este é o primeiro estudo de caso realizado pela equipe do projeto Filosofia na
Cidade e se trata de um autorrelato, muito ainda precisa ser investigado sobre o tema.
Considerou-se que uma exploração mais aprofundada requer a análise de outros casos de
cafés filosóficos, preferencialmente aqueles conduzidos por diferentes facilitadores, e o
início da comparação entre os casos para identificar semelhanças e discrepâncias.
Palavras-chave: café filosófico, Sócrates, diálogo, prática filosófica
Recepción: 06 junio 2023
Aprobación: 17 julio 2023
Publicación: 07 agosto 2023
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Introducción
En el transcurso de los últimos tres años he animado cafés filosóficos bajo la supervisión
del equipo que conforma Filosofía en la Ciudad. Nuestra práctica se ha mantenido en
constante cambio debido a la retroalimentación que recibimos por los otros miembros del
equipo y la gente que decide participar en los cafés filosóficos-a los que llamare café-
pensadores-pero también nos hemos visto influenciados por las investigaciones que se han
realizado en otras latitudes respecto a las prácticas filosóficas. Tal es el caso de Laura
Crandiotto, quien en la última década se ha dedicado a estudiar la dimensión emocional
en la filosofía griega (Crandiotto 2015 y 2018).
Crandiotto critica el uso que se hace en la actualidad del diálogo socrático en diferentes
disciplinas (psicoterapia, enseñanza, resolución de problemas o prácticas filosóficas) y
cómo estas prácticas parecen partir de una visión racionalista del método, ignorando por
completo su parte emocional (Crandiotto 2018). Son estas consideraciones las que me han
llevado a evaluar mi propia práctica como animador de cafés. En el presente artículo
pretendo hacer una indagación inicial de las emociones que se involucran en un café
filosófico desde mi perspectiva como animador, partiendo del estudio de un caso en
concreto.
El trabajo está dividido en cuatro partes, siendo la primera una definición de lo que se está
considerando como un café filosófico. Después se aborda la crítica de Crandiotto al
método más utilizado en los cafés filosóficos, el diálogo socrático contemporáneo. En la
tercera parte del artículo se analiza el caso del café ¿La pregunta ofende? en tres
momentos diferentes: la planeación, durante el café y la retroalimentación. Finalmente, el
articulo cierra con las conclusiones de este primer acercamiento.
1. ¿Qué es un café filosófico?
El café filosófico (CF) o filo café es una forma específica de diálogo, que forma parte de
lo que se ha denominado prácticas filosóficas. Existe más de una definición de café
filosófico, pero en mi práctica solo tomo en consideración la definición que maneja
Filosofía en la Ciudad. En la memoria-informe recopilada por Adriana Villaseñor y
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publicada en la web de Filosofía en la Ciudad se puede encontrar la siguiente definición
de filo-café:
Los cafés filosóficos (CFs) son espacios que intentan generar un diálogo en un
ambiente respetuoso, con el objetivo de detonar una reflexión filosófica,
colectiva, no siempre consensuada, fuera de los espacios académicos. Los
espacios donde comúnmente se llevan a cabo son, cafeterías, librerías, bibliotecas
entre otros (Villaseñor, 2022).
Podemos decir que las personas que participan en el CF se dividen en dos roles: café-
pensadores y animadores. Café-pensador es como nombramos a las personas que deciden
participar en un café filosófico y su tarea se limita a participar en el diálogo que tiene
lugar en el café, reflexionando las preguntas que van apareciendo y si lo desean contribuir
con comentarios que buscan resolver el problema que representan esas preguntas
(Dmasio, 2019).. Por el otro lado, animador es el gentilicio que usamos para las personas
que tiene la tarea de guiar el café, por lo regular esta función la desempeña solo una
persona y en algunas ocasiones dos; algunas de las responsabilidades de esta figura son:
Hacer una planeación del café filosófico. Si bien consideramos que los cafés
filosóficos son una experiencia emergente que escapa a la estandarización,
también consideramos útil partir de preguntas previamente formuladas. Nuestra
planeación consiste en realizar una investigación previa alrededor de una pregunta
general que le da título al café, por lo regular, esta investigación genera nuevas
preguntas que el animador lleva al café con la intención de responderlas junto a
todos los participantes.
Dirigir el diálogo. Para lograr esto el animador no se limita a dar turnos para hablar
de forma ordenada, también debe estar atento a lo que dicen los café-pensadores,
a partir de las participaciones puede generar nuevas preguntas que no estaban
consideradas en la planeación. También debe buscar que las participaciones
tengan una coherencia entre ellas, es común que los café-pensadores tengan puntos
de vista distintos y argumenten u opinen cosas que contradigan a lo previamente
dicho en el café, es tarea del animador señalar ese antagonismo entre las ideas para
que de forma colectiva se intente darle una solución. Muchas veces depende del
animador regresar al diálogo al tema original si la conversación se ha alejado
mucho del punto de interés.
Marcar normas de convivencia. Para que el diálogo se lleve de la mejor manera
posible muchas veces es necesario establecer algunas normas, por lo regular
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flexibles, que se pueden cambiar si no dan resultados. El animador tiene la función
de establecer estas normas y de hacerlas valer en caso de que alguien las infrinja.
Algunas de estas normas son: se permite debatir ideas, no atacar personas; de
preferencia no hacer uso de experiencias personales o participar de forma breves
y concisas.
Recibir retroalimentación. Otro elemento que separa al animador de los café-
pensadores es que el primero se tiene que someter a una evaluación de sus pares y
en ocasiones de los café-pensadores. Por lo regular, cuando un miembro del equipo
de Filosofía en la Ciudad anima un café, es acompañado por otros miembros del
equipo, que si bien participan en la práctica como lo hacen el resto de café-
pensadores, tienen como tarea principal estar al tanto del desempeño del animador
para que una vez terminado el café éste reciba una crítica constructiva donde se le
hace saber las áreas de mejora en su animación, se le dan recomendaciones y se
resaltan los aciertos en su moderación.
2. El diálogo socrático que se emplea en los cafés filosóficos
Como ya se mencionó en las tareas del animador, los CFs tienen una estructura que parte
de una pregunta general, y que en el intento de darle una respuesta comienzan a surgir
nuevas preguntas. Dicho de esta manera parece que siempre se parte de la pregunta
general, pero en la mayoría de los casos los animadores de Filosofía en la Ciudad,
incluyéndome, preferimos partir de preguntas más particulares para llegar a la general.
Este método está completamente inspirado en el método socrático de la mayéutica que en
los últimos 40 años se ha popularizado en diferentes disciplinas bajo el nombre de diálogo
socrático (Crandiotto, 2018).
Cabe mencionar que en su en su artículo del 2018 titulado Socratic Dialogue: A
Comparison Between Ancient and Contemporary Method, Crandiotto señala la existencia
de diferencias a la hora de utilizar el diálogo socrático en la época contemporánea respecto
su uso original, sobre esto dice:
El viaje que se emprende en los diálogos socráticos contemporáneos es más
constructivo que revelador. En los diálogos socráticos antiguos se esforzaban
por alcanzar la verdad, mientras que en los contemporáneos se está en busca
de verdades compartidas (Crandiotto, 2018).
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A esta diferencia de intenciones le podemos sumar la ignorancia de la dimensión
emocional que hay en la práctica actual del diálogo socrático. Sobre este apartado
Crandiotto comenta:
La vergüenza es una de las emociones más poderosas en cuanto a su capacidad
para purificar al agente. En la filosofía platónica del conocimiento, la vergüenza
es la bisagra que posibilita la transición del procedimiento a la comprensión
profunda. incluso en su aspecto negativo, la vergüenza muestra que tomar
conciencia de los errores es el primer paso para cambiar nuestras vidas
(Crandiotto, 2015).
Para esta autora la vergüenza era particularmente importante en el método de Sócrates por
el contexto sociohistórico en el que tuvieron lugar los diálogos socráticos. En la sociedad
griega de los siglo IV y V estaban presentes los valores militares en su estilo de vida, el
propio Sócrates había formado parte del ejército ateniense; no es de extrañar que bajo esas
circunstancias un diálogo que aconteciera en la a pública tuviera muchas similitudes con
un combate, reconocer un error en estas condiciones era sinónimo de ser derrotado; por
ende solo una emoción tan poderosa como la vergüenza haría que alguien que no desea
reconocer el error lo aceptara (Crandiotto, 2015).
Puedo decir que mis cafés coinciden con estas dos observaciones que hace Crandiotto. Mi
intención no es llegar a la verdad, no buscamos establecer un criterio que sea cierto en
todos los casos. Mi intención está más orientada a la construcción de acuerdos en cuanto
a las definiciones, con el único objetivo de lograr una comprensión compartida del
problema que se intenta resolver en un café filosófico. También puedo mencionar que, al
menos en mi práctica, no fue hasta que conocí las críticas que hace la autora al uso
contemporáneo del diálogo socrático que comencé a considerar las emociones en este
proceso.
Es destacable cómo a pesar de que he animado cafés que parten de preguntas como ¿Qué
es esa cosa llamada empatía? o ¿El desdén está prohibido? Nunca consideré el factor
emocional de un proceso que di por sentado que carecía de esa dimensión. Estas
consideraciones resultan estar en concordancia con algunas investigaciones en
neurociencias que se han realizado desde hace tres décadas. Destaca el trabajo de Antonio
Damacio, un neurocientífico que desde finales del siglo pasado ha estado identificando
procesos neurológicos que indican una relación s simbiótica entre emoción y razón que
lo que se llegó a considerar en épocas anteriores (Damasio, 2019).
Por otra parte, considero que producir la vergüenza en los participantes de un diálogo
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socrático no debe ser una característica de la práctica contemporánea. Esto a partir de que
ya no formamos parte de una sociedad de valores militares y las personas que acuden a
los filo-cafés, una vez que el animador les comparte las normas del espacio, han aceptado
que la dinámica del café los llevará a enfrentarse a problemas que no necesariamente se
lograran resolver en un primer intento, por ende es seguro que más de uno, incluyendo el
animador, terminará por encontrar errores en sus participaciones y esto en ningún
momento debe verse como una derrota, sino como una parte del proceso.
3. ¿Qué emociones involucra un animador para hacer cafés
filosóficos?
Algo que quiero resaltar sobre Crandiotto es cómo su crítica va dirigida solo una de las
partes que participa las prácticas que hacen uso del diálogo socrático. Considera las
emociones del “interlocutor de Sócrates” y no tanto de la persona que hace de “Sócrates
moderno”. Haciendo un símil con las figuras que participan en un café filosófico; la crítica
de Crandiotto estaría apuntando a cómo no se toma en consideración las emociones de los
café-pensadores, pero no parece tomar en consideración las emociones del animador.
Esto me llevó a preguntarme si los animadores de cafés filosóficos involucramos o no
nuestras emociones para planear y guiar un CF. La respuesta más inmediata que formule
para esta pregunta fue “sí, yo como animador de cafés tengo que hacer uso de mis
emociones para realizar un filo-café”. A continuación, voy a exponer mi proceso para
llevar acabo un café filosófico dividiéndolo en tres momentos: la planeación antes del
café, el café filosófico y la retroalimentación. Este análisis parte exclusivamente de mi
experiencia empírica por ende no pretende ser nada más que una primera aproximación
al problema que supone identificar las emociones que un animador de cafés filosóficos
involucra en la elaboración de sus CFs
3.1. Planeación antes del café
El café que elegí analizar lleva como título ¿La pregunta ofende? Al momento de escribir
estas palabras me doy cuenta de que resulta complicado identificar cuándo comenzó su
planeación.
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De acuerdo con mis notas, fue en enero del 2022 que apareció por primera vez la duda
que terminaría derivando en este café. En este momento quiero mencionar que yo no
recuerdo ningún café que haya animado, que no naciera de la duda genuina, es decir,
momentos donde no encontrará respuesta a un problema que se me presentaba.
El problema fue una confrontación con una colega. En ese momento ella era maestra del
colegio de salud pública de la carrera de medicina en la UNAM. Me invitó a una clase
muestra de sus alumnos; estas personas se encontraban en formación para convertirse en
futuros maestros de salud pública, la clase muestra era su primer ensayo enseñando esa
materia. Cada uno de los alumnos de mi colega debía dar una clase de un tema de su
elección referente a la materia.
En una de estas clases, la alumna a cargo definió la palabra control como “tener el
control”, recuerdo haberla interrumpido para pedirle que profundizará en esta definición
porque no me quedaba claro el concepto, entonces comenzó a darme ejemplos del
“control” que se puede ejercer en una emergencia médica. Recuerdo haberle preguntado
“¿Cómo puedo estar seguro de que esos ejemplos que me estas dando son de control si no
conozco la definición?” Después de esta pregunta la alumna dejo de hablar por algunos
segundos y cuando reanudó su exposición la voz le temblaba y tartamudeaba.
Al poco tiempo mi colega me comentó que las preguntas que le hice a su alumna le
parecieron desdeñosas, parecía que yo conocía las respuestas a las preguntas que formulé
y también parecía que sabía que ella no iba a ser capaz de responder.
Esta experiencia verdaderamente me llevó a cuestionar mi práctica. Yo, en verdad, estaba
intentando indagar en algo que desconocía, pero parece que había algo en mis preguntas
que resultaban desdeñosas ¿Qué era ese algo? Esta fue la motivación original para
investigar este problema, me sentí culpable de hacer pasar un mal rato a una de las
alumnas de mi colega y me pidió que el evento no volviera ocurrir.
Cada cierto tiempo me acordaba de esta situación y estaba al pendiente de si llegaba a
pasar por mis manos alguna información que me indicara el camino para hallar respuestas,
aunque fueran tentativas.
Poco tiempo después, Esther Charabati, fundadora de Filosofía en la Ciudad comentó en
una de nuestras juntas que cuando comienzas a hacer cafés también comienzas a utilizar
el diálogo socrático en todas tus conversaciones y que eso a muchas personas les resulta
molesto.
A mediados del 2022 comencé a planear mi tesis de licenciatura y definir mi tema como
el diálogo socrático en la psicoterapia. Poco después de eso lPsychoterapist's guide to
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socratic dialogue de Mohammad Montazeri donde se puede encontrar el testimonio de
una psicoterapeuta que menciona cómo ella no hace uso del diálogo socrático fuera del
consultorio, porque puede parecer condescendiente.
Por esas mismas fechas me topé por primera vez con el trabajo de Laura Candiotto y me
entere de cómo la vergüenza era un elemento fundamental del diálogo socrático y
comencé a preguntarme si acaso lo que hice sentir a la alumna que se formaba para ser
maestra de salud pública fue vergüenza. Yo definitivamente había experimentado culpa,
sospecho que esta experiencia confirmaba las afirmaciones de Crandiotto.
Por esa época fue cuando escribí por primera vez en mis notas ¿La pregunta ofende? Y
de ahí comencé a preguntar, si la pregunta ofende ¿todas son ofensivas o solo algunas? si
solo algunas preguntas son ofensivas ¿cuáles son y qué las hace ofensivas? ¿qué es una
ofensa? ¿hay algo que resulte ofensivo para todos o lo ofensivo depende del receptor?
¿Hay preguntas que, aunque sean ofensivas, deben hacerse?
3.2. Durante el café filosófico.
El lunes 27 de marzo del 2023 tuvo lugar este café filosófico en la Biblioteca
Vasconcelos. El grupo de café-pensadores que asiste a los cafés de la biblioteca es un
grupo ya establecido y buena parte de los participantes lleva meses participando en los
filocafés. Me pareció que esto los convertía en un grupo ideal para este café, que de alguna
forma ponía a prueba nuestra propia práctica. Si resultaba que las preguntas eran ofensivas
tendríamos que argumentar por qué participamos en una práctica que de base tiene que
ofendernos, aun si esa no es la intención. Si por el contrario descubríamos que las
preguntas no eran ofensivas, el problema no se volvería más sencillo, porque entonces
deberíamos explicar porque existe evidencia de gente que se ha ofendido cuando se le han
hecho algunas preguntas. La tercera posibilidad tampoco era fácil, en el caso de que solo
algunas preguntas resultaron ofensivas, deberíamos decir porque las preguntas de los
cafés filosóficos no entran en ese conjunto.
Al principio del café me sentía inseguro. Pensaba que era posible que el café no le
resultara interesante a los café-pensadores, pero la mayoría parecía bastante interesada.
No pasó mucho tiempo para que la dinámica comenzará a tomar su ritmo característico,
donde se plantea una pregunta, se dan respuestas tentativas y si las respuestas no nos
satisfacen o nos hacen ver una parte del problema que no habíamos abordado hacemos
nuevas preguntas, mantuvimos ese ritmo durante una hora.
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Cuando el café tomó esta forma dejé de tener emociones. Solo puedo describir este estado
como el flujo que describe Csíkszentmihályi (2011) que se alcanza cuando realizas una
actividad lo suficientemente difícil como para que resulte desafiante pero lo
suficientemente fácil como para que no te frustre. En mi caso, animar un café filosófico
me lleva a ese estado, el CF me obliga a hacer uso de todos mis recursos intelectuales si
quiero moderar adecuadamente el café. En ese momento no puedo pensar en algo diferente
al filo-café, mi totalidad está muy ocupada no solo coordinando la participación sino mis
propias acciones. Tengo que escuchar con completa atención las participaciones, mientras
escucho tomo notas de los puntos que me parecen claves para recordarlas, también voy
formando nuevas preguntas o busco preguntas en mis notas que pongan a prueba la última
participación, hago memoria y busco entre mis recuerdos ejemplos de lo dicho que van
de la actualidad, la cultura pop o referencias a trabajos de filosofía, pedagogía, sociología,
psicología y en ocasiones hasta de física o biología. Todo lo anterior no ocurrió en un solo
instante, pero sentí como si así fuera.
Cuando estábamos por terminar el café me sentí cansado y satisfecho. Como es costumbre
no llegamos a una conclusión definitiva, pero escuche varias participaciones que pueden
indicarme por dónde continuar esta indagación. Algunas de ellas son:
En algunas preguntas que son ofensivas la ofensa está en señalar cosas que el receptor
oculta deliberadamente. Bajo este mismo tenor están las preguntas que no te
puedes negar a responder, como las de un interrogatorio.
Las preguntas de los cafés filosóficos no son ofensivas porque nadie está
obligado a responder si no lo desea.
Lo que ofende de una pregunta puede radicar en la forma de preguntar, la
intención de la pregunta o en la interpretación del receptor.
3.3. La retroalimentación
El compañero de Filosofía en la Ciudad que me acompañó a este filo-café me hizo saber
que disfrutó estar en él. Al igual que yo, él no había considerado la dimensión emocional
del diálogo socrático y me hizo saber que considera muy importante el comenzar a hacer
cafés sobre las preguntas. También comentó que hizo falta definir “la pregunta” y es que
durante el café nos tomamos un tiempo para aclarar a que nos estábamos refiriendo todos
los participantes con “ofensa”.
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Tendré estas consideraciones en mente para las próximas ocasiones en las que realice este
café. Una vez concluida la retroalimentación me abordó una profunda felicidad por sentir
que había logrado, al menos parcialmente, mi objetivo. A partir de ese momento concluí
que si quiero saber más sobre las emociones involucradas en los cafés filosóficos parece
valioso repetir este tema en otros espacios, sospecho que en las respuestas de los café-
pensadores puedo encontrar la orientación que necesito para comenzar a hacer uso de lo
emocional de forma más consciente en los cafés.
4. Conclusiones
Esta primera aproximación al problema deja ver que al menos en mi práctica como
animador sí hay emociones involucradas en el proceso de realizar un café. Es interesante
como una emoción que se considera típica mente negativa, como la culpa, es lo que me
llevó a la reflexión en primer lugar, sospecho que no existe tanta distancia entre la
vergüenza que Crandiotto menciona como algo presente en los diálogos de Sócrates y la
culpa que yo experimente, parece que la principal diferencia se encuentra en quién
experimenta las emociones; mientras Sócrates buscaba que fueran sus interlocutores los
que experimentaran la vergüenza, yo por mi parte busque comprender mi culpa mediante
la realización del café.
Otra situación para tomar en consideración fue mi experiencia emocional durante los tres
momentos que conforman el café. Ninguno de los momentos fue carente de emociones y
experimenté más de una. La culpa fue lo que motivó a planear el café filosófico en primer
lugar, después ya en el café experimenté miedo por la posibilidad por una posible falta de
interés de los café-pensadores para posteriormente experimentar el estado que
Csíkszentmihályi define como flujo, por último, en la retroalimentación del café me sentí
feliz por el resultado que había conseguido.
Como primer acercamiento creo que este caso marca pautas para futuras investigaciones.
No si lo vivido en este caso puede generalizarse a otros y de ser así en qué medida,
tampoco conozco si mis compañeros del equipo de Filosofía en la Ciudad consideran que
involucran emociones en sus cafés filosóficos. Pienso que el siguiente paso a seguir es
realizar más estudios de caso con métodos de análisis más confiables que el autoreporte
para posteriormente comparar esos casos buscando similitudes y discrepancias.
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Referencias
Crandiotto, L. (2015). La antica y la nueva vergüenza. El potente reconocimiento de la
impotencia a través del diálogo socrático. M. C. Sègura (Ed.), El método
socráticohoy. Para una enseñanza y práctica dialógica de la filosofía (pp. 75-91.)
Escolar y mayo.
Crandiotto, L. (2018). Socratic Dialogue: A Comparison Between Ancient and
Contemporary Method. M. A. Peters (Ed.), Encyclopedia of Educational
Philosophy and Theory (pp. 2192-2199). Springer.
Csíkszentmihályi, M. (2011). FLUIR:Una psicología de la felicidad. Kairós.
Dmasio, A. (2019). El error de Descartes: La emoción, la razón y el cerebro humano.
Booket
Villaseñor, A. M. (2022). Memoria informe 2021: Filosofía en la Ciudad. (Número de
informe PAPIIT IT400331) http://filosofiaenlaciudad.filos.unam.mx/memorias/