Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204
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resalta aquel que hace responde claramente el para que: el objetivo o finalidad filosófica,
aquella cualidad que hace de alguna práctica o cuestión recibir el adjetivo de filosófico,
entendiendo a ésta como la genuina búsqueda de la verdad, del desvelamiento de las cosas (o
conceptos) a su verdad más evidente.
La pretensión de la verdad como punto de nacimiento de cualquier cuestión que se involucre
en el carácter de los filosófico es redundante, más no agota la cuestión, pues uno no se indaga
simplemente sobre “la verdad” en amplio sentido, sino que tematiza e investiga en
particularidades propias que convoquen e interesen al indagador de la verdad. Es por ello que
este punto versa más que los diversos objetivos de la práctica misma, sobre una de las
particularidades de esta: proponer una vía de indagación y reflexión mediante la propuesta de
una pregunta problematizadora.
Indicar el final es una manera de hacernos camino durante la interrogación y refutación de
argumentos durante el café filosófico, saber hacia dónde va la conversación, o mínimo algún
aspecto de sus derroteros son indispensables. Por esta razón se propone, ya sea desde la decisión
del animador o por consenso democrático entre los cafés pensadores, temas de interés
manifestados en la forma de una pregunta.
¿Para qué preguntar? ¿Preguntamos para responder dicha pregunta, o es más un parteaguas,
incluso una excusa para filosofar? ¿Hay alguna exigencia que cumplir cuando se pregunta en
la filosofía? ¿Podemos preguntar sin buscar respuestas? El preguntar tiene sus formas, y es la
forma filosófica de la indagación lo que Ángel Garrido-Maturano propone como preguntar
genuino, donde la respuesta está en consonancia con la pregunta y a su servicio, abierto al
fenómeno investigado y la comprensión de este a través de comprender el horizonte desde el
que estamos parados para realizar dicha investigación (2006, pp. 7-9). Preguntar genuinamente
es indagar y aperturarse a la complejidad de una respuesta que pueda satisfacer (aunque sea
momentáneamente) la necesidad de saber. Quizá preguntarnos en un primer lugar es comenzar
a iluminar desde nuestra ignorancia: no sé qué es eso, por eso pregunto. Preguntar lleva a más
preguntas, y quizá es necesario perderse en la laberíntica conversación para encontrar MIS
propias razones de mi indagación, ¿para qué me pregunto esto? ¿Qué relación tiene esto con mi
vida? ¿Hay algún eco de mi experiencia que me lleva a valorar esta cuestión como más digna
o merecedora de ser indagada?
Incluso responder las preguntas planteadas, persiguiendo con mayor definición los objetivos
del café, no se reduce a verdades subordinadas a campos específicos de formas de preguntar,
sino que sobrepasa a la misma pregunta, excede a las intenciones de la formulación y abre un
fértil campo sobre el que crece un diálogo. Responder una pregunta será siempre respuesta
abierta, respuesta que se olvida, se desactualiza o pierde sentido, consecuencia de la existencia,
y ante la cual solo nos queda volver a preguntarnos.
No creemos reducir al absurdo cualquiera de los polos, ya sea la definición de los objetivos del