Ciencia y filosofía ISSN: 2594-2204, vol.8, otoño-invierno 2022
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académicas ya sea de los intereses de los alumnos; en el primer caso, se atestiguaría su inserción
al debata académico y la formación de los estudiantes, en el segundo, de un giro en
preocupaciones por parte de los estudiantes, que deben empezar a ser vistos con seriedad, por
lo que los profesores y directores de tesis deben también empezar a conocer estos temas para
poder dirigirlos adecuadamente.
Esto lleva a la parte más fuerte del análisis, pues, así como hay diversas especialidades dentro
de la filosofía, por ejemplo, ética, estética, teoría del conocimiento y demás que se consideran
importantes dentro de los planes de estudio, en el caso de la divulgación vemos que comienza a
presentarse cada vez más como una necesidad y actualización dentro de la formación, de manera
que así como se titula a especialistas en algunas de las líneas de investigación mencionadas,
todo apunta a que en algún momento se debe ver la profesionalización de la divulgación
filosófica como parte de la formación filosófica, tanto en la formación básica como en la
especialización.
La cuestión parece obvia y casi una mera adaptación a una realidad, sin embargo, tiene aspectos
mucho más de fondo que podemos entender sólo en la medida en que la aplicamos las preguntas
correctas a los planes de estudio y a la manera en que se enseña filosofía, así como a sus
objetivos y salidas de desarrollo profesional. Surgen así cuestiones como las siguientes:
● ¿Cómo se entiende el ejercicio filosófico dentro de los planes de estudio?
● ¿Qué lugar se da al papel público de la filosofía dentro de los mismos? ●
¿Qué aporta la divulgación a la filosofía?
● ¿Debería formar parte de la formación filosófica?
La respuesta a estas cuestiones apuntaría a una posible formalización de la divulgación, por un
lado, por el otro, a mantenerla como una opción alterna pero aún externa a formación académica,
centrada en la docencia y la investigación. ¿Cómo se daría esta formalización? Su inserción en
los planes de estudio es un paso fundamental, pero sus contenidos vendrían del estudio de las
experiencias divulgativas a la par otros textos clásicos y formativos de la historia de la filosofía,
además de la reflexión y análisis de las formas en que se ha hecho históricamente la filosofía,
es decir, desde la propia filosofía, su historia, métodos, estrategias y posibilidades ante el mundo
actual, como lo han señalado ya autores como Ernesto Priani, que “el filósofo ha sido, a lo largo
de la historia, también un divulgador. La divulgación, en este sentido, no es sino otro aspecto
de la obra filosófica, al punto de que cumplido el ciclo de comunicar en una época la filosofía a
un entorno más amplio que el de los filósofos, las obras de divulgación tienden a tornarse
filosóficas. En el fondo, donde hay testimonio del pensamiento, hay valor para la comprensión
de estos.” (Lozano, G. V., & Palafox, L. A. P., 2016, p. 260).