Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204, otoño-invierno 2021
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El descubrimiento de la singularidad implica la anulación de vínculos no solo con las cosas
sino con el yo, en cuanto que la singularidad no se identifica con el yo pensante o corporal
deseante, como se ha querido implicar al Eigentum de Stirner (Calasso; 2000: 258), más
bien es una nada creadora en un sentido epistemológico, es decir, una especie de utopía
gnoseológica en cuanto que no hay un epicentro gestor de decisiones específicas como
pudiera ser las regiones del cerebro, es decir, no hay un lugar específico del yo sino la pura
condición de creatividad que Marx describirá en los Grundrisse sin mencionar a Stirner.
Los especialistas de la relación Stirner-Marx dan por sentado la formulación marxiana para
definir lo humano. Marx tuvo que partir de la simple relación para volver a instaurar el
vínculo, es decir, lo único objetivo en la historia son las relaciones que mantenemos con el
mundo y con los hombres. En este sentido, Marx desustancializó todos los vínculos
sagrados y profanos para focalizar su discurso en la enfermedad de la razón y las locuras
que conlleva alejarse de la sensibilidad.
El resultado de esto, es que hay una complicidad entre Stirner-Marx para definir un retorno
fundacional sobre el hecho de que toda relación en su unidad es práctica y teórica, es
sensibilidad y concepto, intuición y razón, así como diagnosticar la enfermedad de la razón
si se aleja demasiado de lo concreto. El descubrimiento de la singularidad constituye la
crítica de lo concreto de toda relación, porque la sensibilidad ha sido restaurada para
constituir toda posibilidad ética con los demás, lo que implica liberarse de las cadenas
sociales y mentales que atan a los hombres para negarles una vida original.
Sin embargo, el descubrimiento de la singularidad trae consigo una antigua disyuntiva:
de si hay en lo humano naturaleza diversa o diversidad de lo mismo. La singularidad
nunca es lo mismo, es absolutamente diferente, es naturaleza diversa. En este sentido,
tiene razón Calasso (2000: 260) cuando dice que “sin saberlo, el mundo contemporáneo
procede de Stirner”, sólo que le faltó agregar, que la singularidad no tiene la lógica de la
diversidad de lo mismo.
La diversidad de lo mismo, según Cirlot es…
Con cierta frecuencia, en lo excepcional, una muchedumbre — de objetos o
personas — que presenta los mismos rasgos, es decir, que se constituye por la
multiplicación de un solo fenómeno en vez de por la reunión de muchos
distintos. Este símbolo alude a la secreta y en el fondo terrible unidad de todo.
Pues la angustia que acompaña casi siempre a este símbolo proviene de la
psicología de la repetición, explorada por Kierkegaard, y del hecho de que, en
este mundo, parece ser ley la de diversificación. Dicho de otro modo, la
diversidad justifica la multiplicidad. La multiplicidad monstruosa per se es la de
lo mismo, imagen de ruptura, disociación, dispersión, separación. Por esta causa,
es símbolo característico patológico.