Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204, otoño-invierno 2021
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Ha sido una opinión aceptada por la comunidad de expertos (Dolle et al, 2005, págs. 26 ss)
dedicados a las reglas regulativas sobre escritura académica que el paper no puede prescindir
de un tipo de teoría, sino que lo sustenta no solo en lo epistémico sino en lo axiológico y la
aceptabilidad de la comunidad científica.
Juancosa y Garcés (2020) han analizado la influencia de los grandes paradigmas como son
el racionalismo crítico, el pensamiento crítico y el pensamiento complejo que son las
metacogniciones que van definiendo las orientaciones de los papers así como los
compromisos de los investigadores para definir sus posturas ontológicas, éticas y políticas.
Sin embargo, no todos los especialistas en las reglas regulativas del paper apoyan la idea
central según la cual un documento científico refleja los compromisos epistémicos de un
paradigma, como es el caso de Pérez y Rogieri que insisten en la importancia de las políticas del
lenguaje y la negociación semántica que se da a nivel de los comités de revisores de las revistas
académicas, ya que para las autoras las formas de argumentar, justificar, validar, definir y
comunicar por medio de la escritura presentan propiedades específicas en las distintas áreas de
producción de conocimiento.
Se pautan en correlato los requisitos formales y temáticos de los enunciados que
circulan en la esfera profesional, de los temas y problemas, de los modos de
comunicarlos. Esos modos de decir institucionales (esas retóricas de la
institución) delinean los paradigmas de investigación, los campos disciplinares,
los temas, problemas y problemáticas, los conceptos dominantes, los intereses
recesivos, lo nuevo, lo agotado y lo canónico; las líneas de investigación, lo
canónico y lo heterodoxo, el conocimiento y el saber, la disciplina y el campo, lo
teórico y lo aplicado, los nombres propios de referencia y las consecuentes
fuentes, los documentos, los datos legítimos. (2020, pág. 36)
El sesgo que incurre la perspectiva sobre la política del lenguaje consiste en que se priorizan
las investigaciones originales sobre temas de interés que cubren un amplio espectro, que van
desde aparentes anomalías en disciplinas bien establecidas hasta fenómenos deshonestos que
parecen no pertenecer a ninguna disciplina establecida, así como cuestiones filosóficas sobre las
conexiones entre disciplinas que encajan más bien en las políticas editoriales que en la naturaleza
teórica del paper.
De modo que se puede concluir, en el punto dos, que si bien el valor epistémico de un
documento académico constituye un rasgo definitorio que refleja los compromisos del
investigador, también es cierto que se valora en la misma medida la política del lenguaje que
contribuye a identificar diversas figuras retóricas como la sinécdoque, la metonimia y
últimamente el oxímoron que apuntalan las formas de razonamiento y que a la vez constituye el sello
de una determinada revista científica o académica y no solo la interpretación basada en la