Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204
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Artículo Académico
DOI: 10.38128/cienciayfilosofa.v5i5.34
Emociones en el contexto de la
evaluación escolar
Emotions in the context
of school assessment
Emoções no contexto da avaliação escolar
Samuel Olguín-Morales. ID. 0000-0003-4475-8983
Secretaria de Educación Pública, Educación Básica
Email: samuelolmo@gmail.com
Resumen
Se analiza la influencia de las emociones en el rendimiento académico y en los procesos de
evaluación en la educación básica. Se destaca que las emociones, tanto positivas como
negativas, tienen un impacto directo en el aprendizaje, la memoria y la motivación de los
estudiantes. Situaciones como el estrés, el miedo o el acoso escolar pueden bloquear el
proceso cognitivo, mientras que ambientes agradables y motivadores favorecen la
consolidación del conocimiento. Desde una perspectiva neurocientífica y pedagógica, se
plantea la necesidad de incorporar la inteligencia emocional en la planificación docente. El
desarrollo de competencias socioemocionales permite a los alumnos autorregularse, tomar
decisiones y enfrentar desafíos con mayor eficacia. Se subraya que la evaluación escolar debe
considerar el estado emocional del estudiante, ya que este puede afectar significativamente su
desempeño. Por ello, se propone una visión holística de la evaluación, que contemple no solo
los aprendizajes esperados, sino también el bienestar emocional. También aborda la
multidimensionalidad de la inteligencia, destacando que un alto coeficiente intelectual no
garantiza el éxito académico si no se acompaña de una adecuada inteligencia emocional. Se
recomienda implementar programas de educación socioemocional en las aulas, involucrando
a toda la comunidad educativa. Finalmente, se concluye que los docentes deben asumir un rol
activo en el desarrollo emocional de sus alumnos, promoviendo ambientes escolares
empáticos, éticos y justos que contribuyan a la formación de individuos plenos y exitosos.
Palabras clave: evaluación, inteligencia emocional, aprendizaje, emociones, autocontrol,
rendimiento académico.
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Abstract
This paper analyzes the influence of emotions on academic performance and assessment
processes in basic education. It highlights that emotions, both positive and negative, have a
direct impact on students' learning, memory, and motivation. Situations such as stress, fear,
or bullying can block the cognitive process, while pleasant and motivating environments
promote knowledge consolidation. From a neuroscientific and pedagogical perspective, the
need to incorporate emotional intelligence into lesson planning is raised. The development of
socio-emotional skills allows students to self-regulate, make decisions, and face challenges
more effectively. It emphasizes that school assessment should consider the student's
emotional state, as this can significantly affect their performance. Therefore, a holistic view
of assessment is proposed, one that considers not only expected learning outcomes but also
emotional well-being. The multidimensionality of intelligence is also addressed, highlighting
that a high IQ does not guarantee academic success if it is not accompanied by adequate
emotional intelligence. It is recommended to implement social-emotional learning programs
in classrooms, involving the entire educational community. Finally, it is concluded that
teachers must assume an active role in the emotional development of their students,
promoting empathetic, ethical, and fair school environments that contribute to the formation
of well-rounded and successful individuals.
Keywords: assessment, emotional intelligence, learning, emotions, self-control, academic
performance.
Resumo
Este artigo analisa a influência das emoções no desempenho acadêmico e nos processos de
avaliação na educação básica. Destaca que as emoções, tanto positivas quanto negativas, têm
um impacto direto na aprendizagem, na memória e na motivação dos alunos. Situações como
estresse, medo ou bullying podem bloquear o processo cognitivo, enquanto ambientes
agradáveis e motivadores promovem a consolidação do conhecimento. De uma perspectiva
neurocientífica e pedagógica, ressalta-se a necessidade de incorporar a inteligência emocional
ao planejamento de aulas. O desenvolvimento de habilidades socioemocionais permite que os
alunos se autorregulem, tomem decisões e enfrentem desafios com mais eficácia. Enfatiza-se
que a avaliação escolar deve considerar o estado emocional do aluno, pois isso pode afetar
significativamente seu desempenho. Portanto, propõe-se uma visão holística da avaliação,
que considere não apenas os resultados de aprendizagem esperados, mas também o bem-estar
emocional. A multidimensionalidade da inteligência também é abordada, destacando que um
QI elevado não garante o sucesso acadêmico se não for acompanhado de uma inteligência
emocional adequada. Recomenda-se a implementação de programas de aprendizagem
socioemocional nas salas de aula, envolvendo toda a comunidade educacional. Por fim,
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conclui-se que os professores devem assumir um papel ativo no desenvolvimento emocional
de seus alunos, promovendo ambientes escolares empáticos, éticos e justos que contribuam
para a formação de indivíduos completos e bem-sucedidos.
Palavras-chave: avaliação, inteligência emocional, aprendizagem, emoções, autocontrole,
desempenho acadêmico.
Enviado: 30.04:2021
Aprobado: 26.05:2021
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Introducción
Un alumno con destacado desempeño durante el ciclo escolar se presenta el día del
examen final luego de haber experimentado una escena de violencia familiar, podría
suponerse que su desempeño se verá afectado negativamente por la situación emocional
que en ese momento no ha logrado elaborar.
Continuemos desarrollando el ejemplo: el alumno no alcanza notas aprobatorias ¿Sería
un criterio objetivo que debido al resultado de su examen el alumno hipotético recursara el
ciclo escolar, ya que no mostró tener consolidado el contenido temático?
Ante tal hecho los docentes se enfrentan a una realidad retadora, las emociones pueden
influir positivamente en el desempeño escolar, pero también en contra: ¿es posible ante
esta dualidad inclinar la balanza a favor? La respuesta nos lleva a áreas de conocimiento
que no se excluyen entre sí, al contario se complementan: nos referimos al terreno de las
neurociencias, la inteligencia emocional y por supuesto a la práctica evaluativa del
desempeño de los seres humanos en formación.
El artículo en cuestión, trata acerca de la evaluación entendida como un proceso
dinámico que genera conocimiento para todos los agentes que en ella participan,
proporciona información sobre el nivel de competencia curricular del alumno con respecto
a los aprendizajes esperados, a sus áreas de oportunidad y a la pertinencia de las estrategias
empleadas para abordar los contenidos temáticos, es en este sentido que, el éxito educativo
del alumno también puede reflejar la eficiencia de la práctica docente, cuyo papel adquiere
relevancia al ser un agente de cambio o una barrera que limite, lastime o excluya a sus
educandos.
Por ello, se sostiene la afirmación a lo largo de la argumentación que para hablar de
evaluación del aprendizaje es necesaria una visión holística tanto del alumno como la del
docente, pues éste último es también susceptible a actuar bajo influencias emocionales,
dando paso a una transición en el sistema educativo vigente, en la cual, los recursos
emocionales no solo competen a los núcleos familiares sino a las comunidades educativas
que refuerzan vínculos afectivos, sólidos y estables que haga factibles las evaluaciones
escolares.
I. Las emociones desde una perspectiva educativa
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Es importante comenzar por saber lo que es una emoción. García, 2012 define las
emociones como reacciones afectivas de aparición repentina y transitoria; se presentan
como respuesta a estímulos sorpresivos o de gran intensidad. Estas emociones suelen
ejercer control en la conducta, producto del individuo a causa de la emoción. Éstas se han
clasificado en positivas si están acompañadas de sentimientos placentero y, negativa
cuando son desagradables (como el miedo, la ansiedad, ira, tristeza, entre otras).
Hay situaciones que suelen desviar la atención de los alumnos durante las clases.
Logatt, Grabner menciona algunas como el miedo al recreo (situaciones de acoso escolar),
o sentir una obligación pues los profesores suelen ser demasiado exigentes (Moreno, A. E.,
Rodríguez, J. V. R., & Rodríguez, I. R. 2018). Al final el espacio destinado al
conocimiento termina siendo todo menos un ambiente agradable. Difícilmente los alumnos
en estas circunstancias logran concentrarse, además el estrés afecta la comunicación entre
neuronas y por lo tanto el aprendizaje y la memoria.
Partiendo del hecho, de que en el proceso de aprendizaje escolar interactúan desde
luego el estudiante junto con sus pares y el docente, con la intención de construir
conocimiento guiado por los programas de estudio; la figura del docente toma singular
importancia, pero sólo si durante el aprendizaje es capaz de promover habilidades
cognitivas y capacidades emocionales que permitan a los alumnos tener un aprendizaje
autónomo y además poderlo aplicar no sólo en ámbitos escolares, es decir, generalizar el
conocimiento.
Durante el Siglo XX era poca la investigación en torno al tema de las emociones en los
procesos educativos, sin embargo, se abordó la ansiedad relacionada con la evaluación y el
rendimiento, así como la motivación relacionada con el éxito académico.
II. Emociones positivas y negativas
Diversos estudios han comprobado que las situaciones de miedo o estrés propician la
liberación de adrenalina, y cortisol; hormonas responsables de diferentes situaciones como
el aumento de pulsaciones y la transpiración. En casos extremos de estrés, el aprendizaje y
la memoria terminan afectados y, por consiguiente, se genera un bloqueo en el proceso
cognitivo. Pero si el estrés tiene un tiempo prolongado el daño aún puede ser mayor, pues
se afectarían las neuronas del hipocampo las cuales son esenciales para la adquisición del
conocimiento. Situaciones como el acoso escolar, profesores agresivos y hasta materiales
educativos poco comprensibles, así como fomentar la competitividad o una necesidad
imperiosa por alcanzar el éxito tienen terribles consecuencias en el proceso de aprendizaje
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académico. Según Elizondo, Rodríguez y Rodríguez, estas situaciones conocidas como
estados emocionales negativos del aprendizaje tienen la posibilidad de poder mejorar y
desde luego la participación del docente es determinante y necesaria para generar en las
aulas los estados emocionales positivos, es decir situaciones de bienestar emocional
necesarios para aumentar un mejor proceso cognitivo; sin embargo nunca se descarta la
participación de los padres de familia pues en el hogar debe continuar la situación de
bienestar emocional.
Para que un recuerdo se quede en nuestra memoria, es necesario un requisito: estar
asociado a una emoción. Dentro del aula se dan emociones positivas y negativas y estas
son las que permanecerán en nuestra memoria, (Grabbner, 2006). La memoria se divide en
tres subtipos: corto plazo, operativa o de trabajo y largo plazo. En esta última, una
emoción que despierta nuestras emociones genera una fuerte sinapsis o unión entre
neuronas, teniendo como consecuencia recuerdos incluso para toda la vida. Así que
aprender en ambientes agradables y motivadores para los alumnos ayudan no solo a
estudiar y motivarlos, sino que, además, los conocimientos se consolidarán en la memoria
de los alumnos. Grabbner recomienda que los ámbitos educativos deben caracterizarse por
tener un ambiente alegre y en constante combate del estrés.
III. Emociones y rendimiento académico
El nivel de especialidad que el docente debe tener hoy en día contempla el terreno de las
emociones, cuestión que determina en gran parte el desempeño académico y por lo tanto el
aprendizaje en los alumnos. Algunos proponen como solución para alcanzar una educación
de mayor calidad, integrar en el proceso enseñanza-aprendizaje el ámbito de las emociones
en las diferentes dimensiones del proceso educativo. (Pacheco, Villagrán Guzmán, 2015).
Las emociones como problema en el rendimiento académico están determinado por la
edad, pues en los resultados obtenidos por Pulido y Herrera (2015), reflejan que ésta tiene
una clara influencia en los problemas emocionales. A medida que el sujeto se va
desarrollando emocionalmente desciende su manifestación de miedo. En el estudio
realizado por Pulido y Herrera (2015) el género presenta influencia sobre los niveles de
miedo, siendo las mujeres quienes presentan los niveles más altos, sobre dicha emoción
negativa.
En cuanto a la edad y como se comentó, los autores encontraron que los individuos de
mayor edad tienen niveles altos de inteligencia emocional lo cual es importante para el
desarrollo emocional. Se observó que a mayor edad el aumento es progresivo en la IE. De
tal manera que, las etapas con niveles mayores son la etapa adulta, a continuación, la
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adolescencia y al final la etapa infantil (Gómez-Garibello & Chaux, 2014; Pulido &
Herrera, 2015). En el estudio también se pudo apreciar diferencias significativas en cuanto
al género, pues las mujeres son quienes muestran mayores niveles de inteligencia
emocional; con esto se fortalece la creencia de que las mujeres son más emocionales que
los varones.
Por lo que se ha expuesto hasta el momento, es posible decir que es muy importante
tener dentro del desarrollo curricular, elementos que ayuden a potenciar las competencias
emocionales, desde el hogar, en la educación y desde las diferentes dimensiones que se
desarrolla, para extender a prácticamente todas las relaciones humanas. Así, se pone de
manifiesto la importancia que tienen las emociones y su regulación en diversos aspectos
como el bienestar, la salud y los procesos de regulación personal. Por lo tanto, debe
considerarse darle más importancia al conjunto de habilidades socioemocionales ya que
juegan un papel determinante para el proceso de aprendizaje.
IV. La inteligencia emocional
La inteligencia ha sido relacionada con competencias de tipo cognitivo y metacognitivo.
Sin embargo, diferentes investigaciones en la materia han tenido como consecuencia que
el concepto haya cambiado. (Sánchez Núñez, M. T., & Hume Figueroa, M., 2004) Según
los diversos autores que analizaron el tema, la inteligencia abarca dimensiones y
habilidades creativas, afectivas, sociales, motivacionales y hasta de personalidad. En ese
sentido, la comunidad científica ha reformulado dicho concepto para tomar en cuenta la
naturaleza de seres no pensantes, sino también sintientes y sociales. Al margen de la
evolución del concepto de inteligencia, las mediciones que tradicionalmente se realizaban
de la inteligencia académica, ahora reconocen también que las habilidades intelectuales
son dinámicas, flexibles y aceptan la existencia de tipos diferentes de inteligencia. (García
2012)
De acuerdo con Sternberg, 1996, la inteligencia ha sido considerada algo unitario, una
sola capacidad para resolver algún problema. Este mito, por lo tanto, sugiere que aquel
individuo que tenga inteligencia será capaz de adaptarse a las circunstancias y resolver un
problema. En la actualidad, se ha comprobado que la inteligencia es multidimensional, a
pesar de que sea representado por una capacidad general (Sternberg, 1996). Así que, son
variadas las inteligencias que posee el ser humano para poderse adaptarse a diversas
circunstancias y desde variadas perspectivas: social intelectual, moral, filosófico, etc.
Las combinaciones entre CI (coeficiente intelectual), EI (Inteligencia Emocional) y
rendimiento escolar se dan diversas maneras. Hay alumnos que pueden tener un CI alto,
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pero con una IE baja. Son casos que vemos en las aulas y en los cuales lamentablemente
no llegan a explotar todo su potencial. En cambio, están aquellos que tienen un nivel de CI
medio o bajo, pero gracias a su IE alta pueden conseguir grandes logros académicos y
profesionales.
Así que el aprendizaje emocional tiene que ser incorporado en las aulas, planificaciones
y quizás con todos los involucrados en el proceso formativo; reforzarlo con programas
especiales de educación socioemocional y en este caso, el autor presenta el modelo de
Slovey y Mayer (Mayer, J. D., 2002) por el sustento científico que lo respalda. Los
programas que son más exitosos son aquellos que desarrollan en el alumno la capacidad
para tomar decisiones por sí mismos y conlleva enseñarles conocimientos y razonamientos
emocionales, y así, puedan encontrar su camino a partir de la toma de buenas decisiones.
Teniendo claro que la inteligencia es un concepto que no es general si no
multidimensional y que una de estas dimensiones tan importante conocida como IE, está
relacionada desde luego con el logro académico, pero también con el éxito en la vida.
(Pulido Acosta, Federico; Herrera Clavero, Francisco. (2017). Es una habilidad muy
importante que se debe desarrollar en los alumnos para que puedan sobrellevar los
contratiempos y vicisitudes a los que se someten durante la formación académica pero
también y aún más importante, ser felices y plenos en los diferentes ámbitos de la vida. Por
su importancia debe formar parte de manera transversal en las asignaturas de los centros
educativos y que participen todos los involucrados en el proceso de enseñanza
aprendizaje. Los beneficios que tiene el desarrollo emocional son efectivos para terminar
con el modelo de sociedad que fomenta la inestabilidad y la competencia, los trastornos
emocionales y agresiones en centros escolares. Aque una vez más recae en los docentes
fomentar la educación emocional pues nuestros alumnos lo necesitan para conseguir una
vida plena y feliz.
V. Conclusiones
En los últimos años los avances con respecto a la inteligencia emocional han señalado las
competencias que los docentes frente a grupo deben desarrollar para lograr una educación
de calidad. En todo momento del proceso de enseñanza aprendizaje, las emociones son
determinantes para el nivel de logro académico.
Por ello la tarea evaluativa adquiere vital importancia, pues un historial de constantes
fracasos académicos puede generar el abandono escolar, dejando al alumno limitado para
su desarrollo profesional y económico; por lo contrario, el docente puede reforzar el lazo
del alumno con el contexto escolar si en el proceso de evaluación se contempla,
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objetivamente, la posibilidad de que el alumno experimente logros académicos
implementado las estrategias didácticas que fortalezcan su autonomía, autoconocimiento,
autoestima, que hagan vivencial el aprendizaje y que respondan a la contextualización del
grupo.
Es imprescindible, además de desarrollar la estrategia didáctica, considerar los
momentos de evaluación (inicial, formativa y sumativa), los instrumentos a criterio o
estandarizados que se apliquen para valorar el nivel de competencia curricular del alumno,
además de las estrategias de evaluación (coevaluación, heteroevaluación y autoevaluación)
para garantizar un ejercicio evaluativo que logre traducir en una nota numérica objetiva,
los aprendizajes y competencias adquiridos en un período.
Es en la educación en donde reside la esperanza de una sociedad de cambio, que ponga
en primer lugar a la responsabilidad compartida sobre un futuro sostenible para todos, con
base en valores universales de aprecio por toda forma de vida, por el entorno, con ética,
dignidad humana, solidaridad y justicia social; éste planteamiento del aprendizaje
representa el reto de adoptar una postura integral de la educación y del aprendizaje, lo que
nos exige ir más allá del aprendizaje académico convencional, pues la fragmentación
familiar, así como otros problemas de índole social y económica afectan severamente las
condiciones en las que recibe la escuela a los alumnos; esta realidad social nos
compromete como personal de la educación, pues hace un llamado a nuestra vocación
formadora para asumirnos también como agentes de cambio, dejar a un lado la creencia de
que el desarrollo de habilidades socioemocionales corresponden en mayor medida al
ámbito familiar, cuando somos conscientes de que es en la escuela en donde viven su
ejercicio social: amigos, relaciones afectuosas, conflictos, política, justicias e injusticias, es
en la escuela en donde recrean la situación también que viven en casa y es ahí en donde
como guías en su formación podemos mostrarles que la educación puede ser una ventana o
una puerta para construir una realidad diferente, mejor.
Considerar la capacidad para gestionar las relaciones socioafectivas, identificar y poder
dialogar de los estados emocionales, reconocer sus causas y efectos ayudará a los
estudiantes a conducirse de manera más efectiva, es decir autorregulada, autónoma y
segura; así la educación socioemocional favorece el desarrollo del potencial de nuestros
alumnos, los fortalece para enfrentar obstáculos y desafíos que enfrente a lo largo de su
vida y contribuir a la formación de seres humanos de éxito. Es un reto que implica tanto a
los docentes como a los alumnos trabajar en desarrollar Inteligencia Emocional, más allá
de discursos sociales y políticos, la docencia tiene la facultad de influir en vidas, hacerlo
con consciencia, ética y convicción puede transformar la realidad.
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