Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204
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Artículo académico
DOI: 10.38128/cienciayfilosofa.v4i4.22
Iemanjá-Yemayá: la
diosa de los mares
Iemanjá-Yemayá: the goddess
of the sea
Iemanjá-Yemayá: a
deusa dos mares
José Oscar Luna-Tolentino. ID. 0000-0003-1524-2611
Universidad Autónoma de Guerrero, Posgrado en Humanidades, México.
Email : lunamestre@yahoo.com.mx
Resumen
Se explora las diversas representaciones de esta deidad africana en la cultura popular
latinoamericana, particularmente en Cuba y Brasil. Utilizando el enfoque multidisciplinario
de "Crítica de vertientes" propuesto por Antonio Candido, el autor analiza mo la diosa del
mar ha sido recreada en la literatura por autores como Lydia Cabrera, Jorge Amado y Pierre
Verger, así como en la música de artistas como Dorival Caymmi, Celia Cruz y Alexandre
Carlo. La investigación destaca el sincretismo religioso que caracteriza el culto a Iemanjá-
Yemayá, mostrando las coincidencias y divergencias en sus representaciones. Mientras en la
tradición europea las sirenas son vistas como seres peligrosos, en la cultura africana y
afroamericana esta deidad es principalmente una figura maternal, dadora de vida, aunque
también posee un aspecto iracundo que se manifiesta en tormentas y huracanes. El estudio
describe sus atributos, colores (blanco y azul), ofrendas (rosas blancas) y las siete
advocaciones que representan sus diferentes temperamentos. El trabajo concluye que la
riqueza de estas representaciones reside en el mestizaje cultural del continente americano,
aunque subraya que la comprensión profunda de este sistema de creencias requiere una
inmersión en la cultura popular donde la religión se vive y se siente, más que se
conceptualiza.
Palabras clave: Iemanjá, cultura popular, literatura, música, pinturas
Abstract
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This article explores the diverse representations of this African deity in Latin American
popular culture, particularly in Cuba and Brazil. Using the multidisciplinary approach of
"Critical Perspectives" proposed by Antonio Candido, the author analyzes how the sea
goddess has been recreated in literature by authors such as Lydia Cabrera, Jorge Amado, and
Pierre Verger, as well as in the music of artists like Dorival Caymmi, Celia Cruz, and
Alexandre Carlo. The research highlights the religious syncretism that characterizes the cult
of Iemanjá-Yemayá, showing the similarities and differences in her representations. While in
European tradition mermaids are seen as dangerous beings, in African and Afro-American
culture this deity is primarily a maternal figure, a giver of life, although she also possesses a
wrathful aspect that manifests in storms and hurricanes. The study describes her attributes,
colors (white and blue), offerings (white roses), and the seven aspects that represent her
different temperaments. The study concludes that the richness of these representations lies in
the cultural blending of the Americas, although it emphasizes that a deep understanding of
this belief system requires immersion in popular culture, where religion is lived and felt,
rather than conceptualized.
Keywords: Iemanjá, popular culture, literature, music, paintings
Resumo
Este artigo explora as diversas representações dessa divindade africana na cultura popular
latino-americana, particularmente em Cuba e no Brasil. Utilizando a abordagem
multidisciplinar das "Perspectivas Críticas" proposta por Antonio Candido, o autor analisa
como a deusa do mar foi recriada na literatura por autores como Lydia Cabrera, Jorge Amado
e Pierre Verger, bem como na música de artistas como Dorival Caymmi, Celia Cruz e
Alexandre Carlo. A pesquisa destaca o sincretismo religioso que caracteriza o culto de
Iemanjá-Yemayá, mostrando as semelhanças e diferenças em suas representações. Enquanto
na tradição europeia as sereias são vistas como seres perigosos, na cultura africana e afro-
americana essa divindade é primordialmente uma figura materna, doadora da vida, embora
também possua um aspecto irado que se manifesta em tempestades e furacões. O estudo
descreve seus atributos, cores (branco e azul), oferendas (rosas brancas) e os sete aspectos
que representam seus diferentes temperamentos. O estudo conclui que a riqueza dessas
representações reside na fusão cultural das Américas, embora enfatize que uma compreensão
profunda desse sistema de crenças requer imersão na cultura popular, onde a religião é vivida
e sentida, em vez de apenas conceituada.
Palavras-chave: Iemanjá, cultura popular, literatura, música, pinturas
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Enviado: 24.11:2020
Aprobado: 11.12:2020
Introducción
En el imaginario colectivo de la Humanidad se ha recreado y se tiene presente a las sirenas,
específicamente en la tradición oral, y ha ocurrido en todo el orbe; sobre todo en los
pueblos apegados al mar, a lo largo de los siglos. Estos seres fantásticos, maravillosos o
extraordinarios, han generado múltiples historias, leyendas o mitos acerca de su origen, sus
características o las posibles interacciones que hipotéticamente han tenido con los seres
humanos, hay una fascinación al respecto. Al respecto, en el Diccionario de símbolos se
recrea lo siguiente:
Monstruos marinos, con cabeza y pecho de mujer, y el resto del cuerpo el de pájaro
o bien de pez, según leyendas más tardías y de origen nórdico. Seducen a los
navegantes por la belleza de su cara y por la melodía de sus cantos, luego los
arrastran a la muerte para devorarlos. Ulises debe hacerse atar al mástil de su navío
para no ceder a la seducción de su llamada. Son tan dañinas y temibles como las
Arpías y Erinias (Chevalier & Gheerbrant, 2007: 948).
Estas referencias tienen que ver con la visión ecuménica del mundo, en donde todo lo que
estaba fuera de este orden, estaba rodeado de bárbaros, en el mejor de los casos; y en el
caso extremo, por monstruos, ostentos y portentos que estaban listos para aniquilar a los
humanos que se aventuraran a traspasar las fronteras.i Afortunadamente esta visión
eurocentrada no prevalece en todo el mundo, y las sirenas en el continente africano, de
manera general, no son descritas de manera tan negativa; por el contrario, a la Diosa de los
mares a pesar de su gran poder de destrucción, se le considera más como una dadora de
vida, y por tanto, estar en su regazo o en su gracia corresponde a estar en armonía o
equilibrio.ii
Para comprender estas paradojas y contradicciones referidas, me apoyaré en la crítica de
vertientes propuesta por el gran crítico brasileño Antonio Candido, que consiste en lo
siguiente: “el crítico debe respetar la naturaleza de los textos analizados, […] debe
ajustarse al texto analizado, debiendo por eso no ser dogmática ni exclusivista, […] la
necesidad de tolerancia intelectual, a fin de no vernos obligados a seguir esta o aquella
orientación teórica” (Candido, 2000: 14). Esto es: el corpus estudiado, en este caso la
temática, no debe someterse a un solo método o teoría, sino que debe de realizarse el
análisis o la interpretación de manera multidisciplinaria, un proceso hermenéutico, para
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intentar sondear a profundidad. En este sentido, me apoyaré de la visión antropológica-
literaria de Lydia Cabrera, Jorge Amado o Pierre Verger, en la recreación etnográfica que
los músicos han plasmado en sus obras como forma de tributo; pero sobre todo, en
especialistas como Roger Bastide, Edison Carneiro, Fernando Ortiz, Rómulo Lachatañeré
o Migene González-Wippler.
Aunque hay que tener cuidado, todas estas aproximaciones no son más que interpretaciones
personalizadas, en el sistema de creencias hay una “ley del secreto”, que impide revelar todos
los misterios de este sistema de creencias y, sobre todo, de los santos u orishas.iii Hay que
tener mucho respeto en este sentido, por ser un sistema de creencias; debemos ser tolerantes,
empáticos y abiertos a estas concepciones. Es una Religión no abstracta sino fáctica; esto es: se
vive, se siente. Los santos están entre nosotros y pueden incidir en la vida de los devotos o
hijos de santo, dialogan y está en un contacto estrecho con los babalaos o madres de santo. No
cualquiera se puede acercar y ser parte, es mucho más complejo; los santos determinan quien sí
puede acercarse a todos estos misterios.
Los caracteres con que ha sido recreada Iemanjá como deidad o entelequia son obviamente
múltiples y no debemos caer en una sola visión monolítica. En el sistema de creencias de
raíz africana se encuentra la base y en el continente americano se multiplicaron las
representaciones de su culto debido a la hibridez o sincretismo cultural que se desarrolló.
Al respecto inicio con un mito sobre esta Diosa de los siete mares, que se puede leer en la
novela de Jorge Amado, intitulada: Mar Morto (1936). Me apoyo en esta recreación
literaria, ya que el bahiano me permitió conocer y adentrarme en este mundo mágico de
Candomblé, de los orixás o santos afrobrasileños:
Não são muitos no cais que sabem a história de Iemanjá e de Orungã, seu filho. [...] Foi
o caso que Iemanjá teve de Aganju, deus da terra firme, um filho, Orungã, que foi feito
deus dos ares, de tudo que fica entre a terra e o céu. [...] Ela era mais bonita que todas
e os desejos dele eram todos para ela. E um dia não resistiu e a violentou. Iemanjá
fugiu e na fuga seus seios romperam, e, assim, surgiram as águas, e também essa
baía de Todos-os-Santos. E do seu ventre. fecundado pelo filho, nasceram os orixás
mais temidos, aqueles que mandam nos raios, nas tempestades e trovões. (Amado,
1981: 60)
Como se podrá comprender, son múltiples las historias, relatos, leyendas, mitos o
interpretaciones que se pueden mencionar sobre el origen de esta diosa del mar en el
continente africano y muchas más en el continente americano porque corresponden a la
tradición oral ya referida, a la transmisión del conocimiento de persona a persona y que
provoca obvias variaciones o distorsiones.iv
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La tradición oral tiene dos fuentes claras: una es la fáctica, la expresión coloquial que se
manifiesta en el canto popular, las leyendas, las adivinanzas, los juegos infantiles, etcétera;
la otra forma de expresión es la escrita, que se conservó en la impresión rudimentaria de
libritos o folletos que fueron trasmitidos a nuestro continente desde la cultura letrada
europea. Aunque esta oralidad también se puede plasmar en obras plásticas o escultóricas
que se conservan; por ejemplo, en las máscaras, tambores o fetiches religiosos que se
utilizan en los rituales.
Los rasgos comunes con que es recreada Iemanjá o Yemayá, corresponden a una mujer
hermosa, mas también se suele presentar como una madre mayor de pechos flácidos,
aunque prevalece la figura de la sirena milenaria que se presenta en diversas culturas
ancestrales, por ejemplo, con los vikingos. En la representación de raíz africana, los
colores distintivos de esta deidad corresponden al blanco y el azul, y que principalmente se
usan en las vestimentas de sus devotos y en las cuentas de los collares o abalorios: “Siete
cuentas blancas alternadas con siete cuentas azules, luego una blanca y otra azul hasta que
se ensarten siete de cada una; el ciclo se repite hasta que el collar termina con una cuenta
de cristal grande” (González-Wippler, 1976: 41). Le fascinan las rosas blancas, que se
recomienda se ofrezcan personalmente ante ella, en alguna playa o risco, deben ser siete
que es su número y se le pide o implora su cobijo, su resguardo. Se le celebra en diversas
fechas a lo largo del continente americano, por la hibridez y el sincretismo religioso,
principalmente en el Caribe y Brasil.v
Su importancia se corrobora en cada ritual, ya que los tres principales tambores que se tocan en
estas ceremonias corresponden a Yemayá, Eshu Eleggua y Changó. Eshu es el santo, el orisha
de las encrucijadas, posee el privilegio de ser el primero en ser invocado en los rituales, ya
que él permite la unión de nuestro plano mundano y el mundo mágico de estas fuerzas de
la naturaleza. Esta deidad representa la fecundidad, por tal motivo las danzas son esa
copula de elementos. Se considera que recibió el poder de las manos de Olúdùmarè, que es
el generador de todos los poderes, el mayor de ellos, el ashe. Changó es el orisha, el santo
del trueno, ligado al fuego, el señor de la justicia que ante el desorden resulta temible; mas,
su personalidad se define también como la de un ser amable, cordial, glotón y buen
amante. Según ciertos relatos, Changó fue el cuarto rey de la capital ioruba Oió.vi Con
estos tres tambores dedicados a estos santos por su importancia, estos instrumentos de
percusión se tocan en contacto directo con la Madre Tierra, para pedir permiso a nuestra
dadora de vida, a las manifestaciones de las fuerzas de la Naturaleza (agua, fuego, aire,
tierra), para que se manifiesten y cabalguen a sus hijos o devotos, que entren en trance y se
desdoblen. Fernando Ortiz, refiere sobre los tambores y los ornamentos simbólicos que
ostentan: “Las decoraciones más trabajadas y atractivas, de pura supervivencia africana,
son los ibandé (en yoruba delantal), especie de paño o coberturas forrados de innumerables
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abalorios y caracoles cosidos en forma de mosaico polícromo, con figuras alegóricas a los
dioses y sus atributos” (1952: 34).
Como se ha referido en este trabajo, la intensión es muy general y somera, pero concisa en
el sentido de indagar sobre algunas representaciones que a continuación presentaré. Esta
religión afroamericana que se recrean y expresan en la cultura popular, no se abstrae o
conceptualiza, sino que se vive y se recrea con todos los sentidos en los rituales. Ver
imagen 1.
Imagen 1. Foto de Oscar Hernández
“Skarmolc”
https://www.facebook.com/SKARPHOTOS/
Yemayá de Cuba: la diosa que mece en su regazo a la isla
Yemayá, caridad
Sólo clamo por la tranquilidad
Ay, de mi país, ay, del mundo entero
Sólo pido paz y tranquilidad.
Celia Cruz
La isla de Cuba se encuentra rodeada de mar, su vinculación con el agua es muy fuerte, por
lo tanto, el culto a la Diosa del mar es de un fervor latente y las recreaciones variadas. En
este sentido, Lydia Cabrera la recupera de múltiples testimonios que recolectó en décadas
de trabajo antropológico y que dio a conocer en libros que publicó con un cariz literario,
como ocurre en Cuentos negros de Cuba (1940) o con una visión más científica, como se
puede apreciar en su obra cumbre; El Monte (1956).vii
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Refiere en su narrativa que Yemayá es un santo, uno de los orishas primigenios en el
candombe: hija de la Luna, es junto a Obatalá, los creadores directos s cercanos a los
hombres, como refiere Fernando Ortiz: “Yemayá es una variante, como Afrodita, la diosa
de las aguas salobres, también falaguera y salerosa, aquí virgen de Regla, patrona marinera
de la bahía de la Habana”. (Ortiz, 2011: 11). Es considerada la madre de todos los santos o
al menos de los más importantes, como podemos apreciar en la siguiente leyenda:
Yemayá es la diosa del mar, de los yorubas, y posee todos los atributos
míticos de la Luna. Es madre de catorce de los dioses más importantes,
nacidos de su forzada unión con su hijo Orungán. Su danza ritual simula el
movimiento de las olas. Su color favorito es el azul. Sincretizada como
Nuestra Señora de Regla, es una de las más populares amadas de todos los
orishas. Los santeros la ven como una reina majestuosa, Yemayá
Ataramagwa serabbi Olokún, grave, rica inmensamente con todas las
riquezas de los siete mares, y con un orgullo y una arrogancia terribles
(González-Wippler, 1976: 41).
Lydia en los estudios que publicó, recrea a Yemayá desde esas referencias profundas, y
menciona que Olokun es la advocación más antigua de los mares, que es una entelequia
masculina, considerado más como un ser hermafrodita; que por su furia y poder de
destrucción fue aprisionado en lo más profundo de los océanos (lo que nos deja entrever
que podrían ser los tiempos primigenios del mundo). En lugar de esta representación
sumamente temida, ha prevalecido la versión femenina que es más serena y tranquila, que
es la dadora de vida del pueblo cubano: “Yemayá es reina universal porque es el agua, la
salada y la dulce, la mar, la madre de todo lo creado. Ella a todos alimenta, pues siendo el
mundo tierra y mar, la tierra y cuanto vive en la tierra, gracias a ella se sustenta. […] Sin
agua no hay vida (Cabrera, 1980: 21). Se le venera con tanto fervor porque Yemayá junto a
Oshún, quien es considerada la diosa del amor (del matrimonio y su distintivo el oro), en el
sincretismo o hibridez religiosa se vincula a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre: “Es
la divinidad del amor, del sexo, de la feminidad. Su ritual erótico recurre a los
movimientos voluptuosos de la danza y a los productos afrodisiacos. […] se le identifica
con las aguas dulces, la miel, el ámbar y el coral.” (Martínez Casanova, 2012: 20). Yemayá
y Oshún otorgan el agua dulce y los alimentos de tierra y el mar; en contraparte,
obviamente les temen demasiado, ya que cuando están iracundas o sumamente enojadas,
desatan su furia en tormentas tropicales o huracanes que suelen ser devastadoras cuando
azotan el mar Caribe.
Yemayá tiene siete advocaciones que corresponden a su temperamento:
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1. Yemayá Olokun (océano profundo, iracundo)
2. Yemayá Awoyó (la que proviene de Olokun)
3. Yemayá Akuara (la que vive entre el mar y los ríos)
4. Yemayá Okuté (la que prefiere vivir en los arrecifes)
5. Yemayá Konlá (la que está en la espuma del oleaje)
6. Yemayá Asesu (la mensajera de Olokun, la de los esteros)
7. Yemayá Mayalewo (la que se interna en los bosques y fecunda).
Mariela Gutiérrez, especialista en la obra de Lydia Cabrera, nos comparte estas
particularidades y detalles que son relevantes:
“fuerza del mar; Yemayá Okotó: el mar de fondo rojo, en la costa donde hay
conchas; Yemayá Atara Magwá Onoboyé: la diosa linda, que se luce y acepta
elogios en el guemilere (fiesta): Owoyó Oguegué Owoyó Olodé: el mar que
se refleja en el cuerno de la luna; Yemayá ye ilé ye lodo: cuando acepta el
ebbó de carnero a la orilla del mar o del río; Ayaba Ti gbé IOmí: Reina
madre que vive en lo hondo del mar; Yemayá Atara magbá anibode Iyá:
cuando sus aguas se internan en los parajes solitarios del monte virgen;
Yemayá Iyawí Awoyómayé lewó: Madre que viste riquezas y siete sayas;
Yemayá Yalode: Reina poderosa; Yemayá Awó Samá: cuando ordena a las
nubes que llueva; Yemayá Ayabá: la iracunda” (Gutiérrez, 2004).
Como podemos apreciar con estas pequeñas muestras, la recreación que realiza Lydia
Cabrera de Yemayá es muy compleja y diversa, corresponde a una mujer más telúrica que
tiene sus encantos mitológicos, pero que es ambigua en varios aspectos y tiene ese estrecho
vínculo con la “realidad” de su pueblo, por ejemplo, una leyenda negra menciona que: “Se
enamoró y vivió con uno de ellos. Fue en un país, Laddó, donde todos los habitantes eran
así, maricas, mitad hombres, que dicen «nafroditos», y Yemayá los protegía. «Oddo es
tierra de Yemayá. ¡Cuántos hijos de Yemayá son maricas!» ¡Y de Oshún!” (Cabrera, 1985:
58). Esta correlación con la otra diosa del agua es constante, Yemayá y Oshún suelen
confundirse, incluso se imbrican. Lydia Cabrera recreó estas historias en su libro Yemayá y
Ochún, que mostramos con la portada de la obra para quien guste acercarse o adentrarse en
estas historias afrocubanas. Ver imagen 2.
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Imagen 2.
Iemanjá de Salvador Bahía, de Todos los Santos
Quero ser feliz também,
navegar nas águas do teu mar
Desejar para tudo que vem
flores brancas, paz e Iemanjá.
ALEXANDRE CARLO
Pierre Verger “Fatumbi”viii en su obra Lendas Africanas dos Orixás (1997) recrea una de las
leyendas de esta diosa de los mares y del agua, refiere que era hija de Olokum y esposa de
Olofin-Odudua, con quien procreó diez hijos, todos ellos también orixás o santos, uno de ellos
Oxumaré, deidad del arcoíris. La anécdota es simple, con tantos hijos que amamantó, sus senos
se volvieron muy voluminosos, lo cual la incomodaba ante los demás; por lo tanto, decide
mudarse de Ifé a Abeokutá, en donde reinaba Okere, mismo que se prendó de su belleza y le
propuso matrimonio, ella aceptó, pero con una condición: “Jamais você ridiculizará da
imensidão dos meus seios” (44). Empero, a pesar de su promesa, un día éste se emborrachó y
pasó lo inevitable, se burló de sus grandes senos. Iemanjá huyó y en su carrera tropezó, llevaba
consigo una garrafa que su madre le había dado y que tenía que romper en caso de emergencia;
de esta surgió un río que la transportaría hacia el océano en donde moraba Olokum. Okere al
percatarse se transformó en una colina para impedirle el paso, la diosa cambiaba de dirección y
el montículo de tierra también lo hacía para no dejarla pasar; Iemanjá desesperada pidió ayuda
a su hijo, el más poderoso: Xangô. El dios del trueno y justiciero, solicitó a sus devotos un
ritual para ayudar a su progenitora, estos se organizaron y le tributaron una cabra y cuatro
gallos, que al ser cocinados se acompañaron con guisados de harina y frijoles para degustarlos.
Esto complació sobremanera al dios del trueno que se manifestó, primero como muchas nubes,
y posteriormente, como una poderosa tormenta:
Ele havia lançado seu raio sobre a colina Okere.
Ela abriu-se em duas e, suichchchc...
Iemanjá foi-se para o mar de sua mãe Olokum.
Aí ficou e recusa-se desde então, a voltar em terra.
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Seus filhos chaman-na e saúdam na:
Odo Iyá, a Mãe do rio, ela não volta mais.
Iemanjá, a rainha das águas, que usa roupas cobertas de pérolas” (46).
La leyenda culmina mencionando que esta diosa del mar tiene miles de hijos que
constantemente le realizan rituales para que no se enoje y no dañe a sus hijos que viven en
la tierra. Verger es muy probable que haya escuchado esta historia cuando estuvo en
África y fue bautizado como “Fatumbi”, esto es: “renacido gracias a Ifá”. Como podemos
ver en la recreación de la leyenda, Iemanjá es referida como una mujer muy hermosa en su
juventud y una madre copiosa, que dadas las circunstancias, tiene que desprenderse de esta
condición, para volver a ser una fuerza de la naturaleza, a su origen primigenio como agua,
Mar. En todo este lenguaje figurado ella es procreadora de muchos hijos, pero el sentido
profundo es ese: ella es la dadora de vida, por eso es madre de miles, de millones de sus
“hijos” que viven en tierra, específicamente en los litorales. Estos se asumen como tales y
tienen que pedirle, implorarle mediante rituales que no descargué su furia en su contra,
sino que los cobije en su gracia.
La diosa del mar es calmada y dulce en los días soleados, en las temporadas de quietud, pero
todos temen cuando en ella se forman y se desatan las tempestades, la tormentas o huracanes,
que como bien sabemos, estos fenómenos pueden llegar a ser sumamente devastadoras. Nadie
quiere padecer estas fuerzas de la Naturaleza en tierra, mucho menos en mar abierto; ningún
hijo de Iemanjá quiere sufrir su ira, su cólera. Por esta razón se le canta, se le rinden rituales,
con música a base de instrumentos de percusión que son acompañados de cantos y danzas (que
coadyuvan al trance, al desdoblamiento, al “caballo”); se le tributan ofrendas en que son
sacrificados los animales sagrados de su preferencia, en el candomblé, en la santería, en el
sistema de creencias africano.ix
En el caso de Salvador Bahía Brasil, Pierre Verger no trabajó de manera aislada, sino que
gracias a las novelas publicadas por Jorge Amado, específicamente Jubiabá (1935), se decidió
a conocer personalmente esta cultura afrobahiana y se quedó a vivir en esta hermosa ciudad
hasta su muerte; algo similar ocurrió con el artista plástico de origen argentino Carybé.x A esta
triada de artistas se les sumó, entre otras personalidades de la época, el músico Dorival
Caymmi.xi Jorge Amado fue el mayor impulsor y en varias de sus novelas recrea el candomblé
bahiano y no sólo los orixás figuran en toda su complejidad, sino grandes personalidades de
este sistema de creencias, como son madres y padres de santo, estudiosos de la religión,
etcétera. Por ejemplo, en la novela Suor (1933) refiere algunos aspectos de la Religión, pero no
es sino hasta Jubiabá (1935) y Mar morto (1936) en que se concentra en mostrar toda esta rica
cultura popular bahiana; en el primer caso con el protagonista Baldo, un negro capoerista,
sambista y líder obrero que forma parte del candomblé y es hijo, devoto de Exú; en la otra
obra, los personajes principales, Guma y Livia serán elegidos de Iemanjá, éste muere y aquélla
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tiene que tomar el timón de la embarcación de su esposo para salir adelante. Son muchas las
novelas de Jorge Amado en que se recrea la religión afrobahiana, entre ellas las siguientes:
Capitanes de la Arena (1936)
Bahía de Todos los Santos: guía de calles y misterios (1944)
A morte e a morte de Quincas Berro Dágua (1961)
Pastores de la noche (1964)
Doña Flor y sus dos maridos (1966)
Tienda de los milagros (1969)
Teresa Batista cansada de guerra (1972)
La desaparición de la santa (1988)
Jorge Amado se definió en vida y en su ficción como un defensor de los descendientes
africanos: “Yo fui elegido obá porque soy hombre que luchó toda la vida para defender
los derechos de los negros en Brasil, los derechos de la cultura negra, a los negros del
pueblo del candomblé” (Amado, 2000: 84). Esta misión corresponde a una encomienda
que le fue revelada en la suerte de caracoles, los orixás mediante los babalaôs o
ialorixás, así se lo demandaron, dar a conocer toda esta cultura: “Aprendí con el pueblo
y con la vida, soy un escritor y no un literato, en verdad soy un obá en lengua yoruba
de Bahía, obá significa ministro, viejo, sabio: sabio con la sabiduría del pueblo (Amado,
1992: 93).xii Ver imagen 3.
Imagen 3.
Breve cancionero de Mamá Iemanjá-Yemayá
¡Odô Iyá Yemanjá Ataramagbá,
ajejê lodô, ajejê nilê!
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"Mãe das Águas, Iemanjá,
que estendeu-se ao longe na amplidão.
Paz nas águas! Paz na casa!"
Carybé
Como se puede apreciar con los epígrafes ocupados en los apartados de este trabajo, en los
cantos o versos se puede percibir toda esa oralidad que se desarrolla en los cultos o rituales
dedicados a Yemayá o Iemanjá. Estos nos permiten comprender toda esa cultura popular que
se manifiesta en la devoción que se le guarda y profesa a la diosa del Mar. Ceremonias que se
sienten y se viven con mucha fe para ser cabalgados o ser poseídos por estos santos. En este
sentido, ya referí el mito de creación que recrea Jorge Amado en su novela de 1936, Mar
muerto, obra que se fundamenta en la canción: “É doce morrer no mar”, que era una canción
anónima, cantada en los muelles de Salvador Bahía, Brasil. El cantautor ya referido Dorival
Caymmi, junto con su compadre Jorge Amado, la rescatan y dan a conocer en su propia
versión, aclarando que proviene de la tradición oral de este pueblo afrobrasileño (existe un
cancionero bahiano que resguarda este tipo de creaciones colectivas). Y la novela gira en torno
del estribillo que dice: “É doce morrer no mar / Nas ondas verdes do mar” (Es dulce morir en
el mar, en las ondas verdes del mar). Y la historia es simple, todo hombre de mar, un simple
pescador, por ejemplo, tiene que dejar su casa, a su familia, a su esposa y salir a altamar a
ganarse la vida y correr el gran peligro de no regresar nunca más. Para quienes se quedan
esperando siempre se guarda ese sentimiento de que en algún momento podrá ocurrir ese
momento fatídico y eso es lo que se desarrolla en esta obra de Amado. El protagonista Guma
muere salvando a una persona y esa acción heroica se considera como el requisito para estar
con Iemanjá para siempre. Livia su esposa sufre la tragedia, esa misma que se ha repetido
ininterrumpidamente, pero no se enclaustra en el dolor, sino que gracias a una revelación de la
diosa de los mares, se anima a tomar el timón de la embarcación y salir a trabajar para sacar
adelante a su pequeño hijo huérfano de padre, pero hijo de Iemanjá:
A noite que ele não veio foi / Foi de tristeza pra mim / Saveiro voltou sozinho
/ Triste noite foi pra mim […] Saveiro partiu de noite foi / Madrugada não
voltou / O marinheiro bonito / Sereia do mar levou […] Nas ondas verdes /
do mar meu bem / Ele se foi afogar / Fez sua cama de noivo / No colo de
Iemanjá.
El bahiano Dorival Caymmi recreó en sus composiciones la vida de este pueblo de raíz
africana, de los pescadores, de sus alegrías, de sus historias trágicas. En este sentido de la
dialéctica entre la vida y la muerte en el mar, se pueden escuchar en otras de sus canciones,
como son; “Itapoã”, “Canção da Partida”, “Dois de Fevereiro”, “Promessa de Pescador” y
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“A Canção da Noiva”. Caymmi, Amado, Verger y Carybé formaron un grupo de artistas
que se comprometieron a difundir y resguardar el candomblé bahiano, del que formaron
parte y fueron distinguidas personalidades, todo esto se puede leer y consultar en diversas
obras, entre ellas: Trilogia Entre Amigos (vol. I Carybé & Verger: Gente da Bahia, vol. II
Carybé, Verger & Caymmi: Mar da Bahia, vol. III Carybé, Verger & Jorge Obás da
Bahia).
Prosiguiendo con los cantos o canciones, en Cuba, Celia Cruz, en ese sentido de amor y
temor a la Mar, también le dedicó su canto y la composición ya referida a Yemayá, es
sumamente ilustrativa:
Ya le recé a Xangó / Ya le imploré a Oyá / También pedí clemencia a Olofín
/ Y hoy le canto a Yemayá / Y Oxum caridad del pobre / Yemayá, mi guía
espiritual. // Virgencita, yo que soy tan pobre / Sólo clamo por la tranquilidad
/ De mi familia, de mis amigos / Sólo clamo por la tranquilidad // Yemayá,
caridad / Sólo clamo por la tranquilidad.
Yemayá es madre, dadora de vida, sus devotos son sus hijos, pero también es amante y es
celosa, cuando se molesta o se enoja se pone iracunda y muy violenta. Por eso el temor latente
de los que viven en las costas, en su regazo, cuando ella está en cólera se manifiesta en
tormentas, en huracanes y ciclones. Su poder es sumamente destructivo, en su culto se le pide e
implora que cuide y proteja a su pueblo, que cuide a los marineros para que regresen con bien
a sus casas, con sus seres queridos. Cuba está rodeada de Mar no debe de olvidarse y tenerse
siempre presente: “Yemayá, caridad / Sólo clamo por la tranquilidad / Ay, de mi país, ay, del
mundo entero / Sólo pido paz y tranquilidad”.
En este sentido, de paz y tranquilidad, recientemente el grupo Natiruts a través de
su vocalista y letrista principal, Alexandre Carlo, ha dedicado canciones a Iemanjá como
la siguiente que se titula, “Quero ser feliz tambem” y que el estribillo recae en esa
petición de “Desear para todos que vengan flores blancas, paz e Iemanjá”.
Cresça, independente do que aconteça / Eu não quero que você esqueça /
Que eu gosto muito de você / Chego, e sinto o gosto do teu beijo / É muito
mais do que desejo / Me dá vontade de ficar, seu olhar / É forte como a água
do mar / Vem me dar, novo sentido para viver encantar à noite // Quero ser
feliz também, navegar nas águas do teu mar / Desejar para tudo que vem
flores brancas, paz e Iemanjá.
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Y eso puede representar Iemanjá, el amor alcanzado en una mujer, que puede ser su hija,
que puede ser su devota y sea como un avatar, en que se recree ese amor entre sus devotos,
vivir rodeado de Mar, escuchar el oleaje, sentir la brisa, estar en el regazo, anidado en
Mamá Iemanjá y no lo contrario, sufrir su ira.
Conclusiones
Este trabajo es muy general y solo muestra algunas representaciones literarias o
canciones que intentan rendir culto, que intentan mostrar el aprecio por todo este sistema de
creencias de origen africano. Obviamente, todo esto es sumamente complejo y nunca se
revelarán por completo los misterios y los cultos a la diosa de los mares. Este trabajo es un
ramillete de siete flores blancas para ella. La religión se vive, se siente y no cualquiera
puede ser parte, los santos, los orixás son muy celosos y no permiten que cualquiera se
adentre. La riqueza en nuestro continente tiene que ver justamente con el mestizaje de las
diferentes culturas o lenguas que se desarrollaron a lo largo de la masa continental y el mar
Caribe. Sólo he mostrado un poco sobre Bahía y un poco sobre Cuba; en el primer caso, en
otras ciudades como Río de Janeiro, su culto tiene variantes, y así ocurre no sólo en este
país, sino en otras ciudades portuarias del continente, por ejemplo, Montevideo; en el caso
del Caribe, obviamente su culto es diferente en Haití o Jamaica, al respecto no sólo hay que
conocer la lengua de los colonizadores (francés o inglés, respectivamente en estas dos islas),
sino la lengua africana en que se recree. Y este es el punto medular, se debe buscar toda la
riqueza de este sistema de creencias en África, en las naciones nagó o yoruba, por citar dos
casos. Este trabajo es una pequeña muestra de toda esta complejidad referida, en nuestro
país se celebran toques de tambor que en su momento merecería estudios de cómo se ha
desarrollado o cómo se celebran estos rituales (la foto de los tambores es de nuestro país).
En este sentido, para intentar comprender el candomblé o santería, o como se denomine en
el lugar en que se practique, se tendría que ir a vivir toda esa cultura popular, para intentar
comprender cómo se manifiesta y desarrolla estos cultos populares en sus múltiples
expresiones, maneras, formas o sentidos.
¡Axé!
¡Ashe!
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Notas
i La Ecúmene corresponde a la visión griega del mundo que prevaleció por siglos, hasta 1492, en que se
produjo el supuesto “Descubrimiento de América”. Antes de esa fecha, las partes del orbe correspondían a
Europa, Asia y África, el Finis Terrae estaba limitado, por ejemplo, por el Estrecho de Gibraltar. Afuera de
estos dominios se encontraban seres monstruosos, correspondientes al imaginario colectivo medieval que se
puede leer en las novelas de caballerías (brujas, dragones, duendes, etcétera). En Os Luisiadas de Luis de
Camões, al ser una novela marítima, figuran seres de este tipo. Diversos exploradores del continente
“nuevo” creyeron que encontrarían en estas tierras, la mítica ciudad de El Dorado, o aquellas mujeres
guerreras conocidas como las amazonas o incluso que en estas tierras se resguardaba el Santo Grial. Cfr.
Los libros del conquistador de Irving A. Leonard o Biografía del Caribe de Germán Arciniegas.
ii Iemanjá es reconocida, en una interpretación superficial, como una deidad o diosa, en la usanza del
sistema de creencias católico apostólico y romano; empero, es una entelequia, una representación de la
Mar, de esa fuerza inmensa de la Madre Naturaleza que se manifiesta en los océanos. Esto es: no es una
mera abstracción, sino que es concreta, es un Ser vivo. La señora de los mares es vida y dependemos de
ella, sus creyentes se consideran sus hijos. Cfr. O candomblé da Bahía de Roger Bastide o Lo sagrado y
lo profano de Mircea Eliade.
iii Cfr. Roger Bastide, O candomblé da Bahía. Refiere este gran conocedor de los mistérios del candomb
afrobrasileño que la incursión de los neófitos se realiza por medio de una serie de iniciaciones que son
progresivas, que se desarrollan en ceremonias especializadas en que se lanza la “suerte de los caracoles”,
en que se designa el “asiento” o santo, y esto depende de los orishas, de los babalaos que interpretan y
llevan a cabo el ritual. Esta parte es sólo el inicio de un luengo y complejo proceso.
iv A partir del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “Tradición” tiene ocho
acepciones, la cuarta es la más apegada a lo indicado en este trabajo: “En varias religiones, cada una de
las enseñanzas o doctrinas trasmitidas oralmente o por escrito desde los tiempos antiguos, o el conjunto de
ellas (DRAE). El término se fundamenta en la raíz traditio y su evolución tradere; que significa:
“entregar, una forma de trasmitir”, de llevar una historia que pasa de una a otra persona, de boca en boca,
y que fija en la memoria colectiva, con distorsiones y que en ocasiones se resguarda en escritos.
v En Cuba por ejemplo, se le suele festejar entre el 6 y 7 de septiembre, en correspondencia con la virgen
de Regla; en otros lugares como Salvador Bahía, los festejos corresponden al 2 de febrero, al vincularla
con la virgen de la Candelaria, aunque la fecha correcta podría ser el 20 de octubre, en que se le celebra
en tierras africanas.
vi Cfr. Rómulo Lanchatañeré, El sistema religioso de los afrocubanos y Roger Bastide, O candomblé da
Bahía: rito nagô.
vii Lydia Cabrera Marcaida (1899-1991) fue una escritora cubana que trabajó antropología estrechamente
con ingentes personalidades de su época, como Fernando Ortiz o Alejo Carpentier, era hija de Raimundo
Cabrera. Su contribución en los estudios de negritud en Cuba es monumental, autoras de múltiples
ensayos, dos libros son los más representativos de su obra, los ya referidos: Cuentos negros de Cuba y El
Monte. En sus textos recrea mitos, leyendas e historias sobre santería, sobre los orishas de la cultura
afrocubana, por ejemplo, en la saga de los cuentos de Hicotea, representa la mezcla cultural de la Isla,
relatos de un gran ingenio.
viii Pierre Verger (1902-1996) fue un antropólogo y fotógrafo francés que recorrió gran parte del mundo; el
lugar que más le fascinó fue Salvador Bahía, Brasil, la cultura negra que leyó en novelística de Jorge Amado lo
motivó a quedarse, y de manera conjunta trabajaron, a partir de 1946. Para conocer un poco más sobre su obra,
ase el documental: Pierre Verger, mensajero entre dos mundos, dirigido por Lula Buarque de Hollanda,
narrado y presentado por el cantautor Gilberto Gil. Se recomienda consultar los siguiente libros para
comprender su aporte: Pierre Verger repórter fotográfico (1957) y Ewé (1976). Su importancia se puede
apreciar en la Fundación que ostenta su nombre: http://www.pierreverger.org/es/homepage-es.html
ix No existe una forma única o convención monolítica del ritual. Se sabe que ponen rocas en círculos que
representan a los santos y que les son sacrificados los animales que les corresponden, vertiendo la sangre
de estos en las rocas, para posteriormente realizar guisos que les son tributados. Posteriormente los
asistentes tocan los instrumentos de percusión, se canta y se danza para invocarlos y se manifiesten, para
propiciar el contacto, el trence y ser poseídos por el orixá. Véase al respeto los libros ya referidos de
santería afrocubana o las obras del candomblé afrobahiano.
x Héctor Julio Páride de Bernabó (1911-1997), bautizado en el candomblé como Carybé, fue un pintor,
ilustrador, ceramista, historiador y periodista de origen argentino. En 1938, trabajando para el diario el Pregón,
se le encomendó un reportaje sobre Lampião, su primer contacto con lo bahiano, al igual que Verger, se
apasionó de la cultura negra de esta ciudad y también trabajó con Jorge Amado. Consúltense las siguientes
obras para dimensionar su contribución: As Artes de Carybé (2010), editado por Emanoel Aráujo.
xi Dorival Caymmi (1941-2008) fue un cantautor bahiano, personalidad fundamental de la Música Popular
Brasileira (MPB), precursor de la bossa nova, sus composiciones fueron inspiración para los grandes Tom
Jobim, João Gilberto, Maria Bethânia o Caetano Veloso. Sus canciones emanan de la idiosincrasia de su
ciudad natal, la vida cotidiana del hombre ligado a la Mar. En 1939, se volvió famoso con “O que é que a
baiana tem?”, canción incluida en la película: Banana da Terra, protagonizada por Carmen Miranda.
xii La copiosa y compleja obra de Jorge Amado se puede consultar en la Casa Fundación:
http://www.jorgeamado.org.br/