Ciencia y Filosofía ISSN: 2594-2204
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de las palabras que se utilizaron, teniendo como consecuencia que el pensamiento, deseo
o emoción se interprete de manera distinta a lo que originalmente se quería; y
2.- La información en sí misma resultaba paradójica. Como ejemplo por
excelencia de la información paradójica, el autor explica la práctica del doble vínculo o
doble mensaje, la cual consiste, en términos generales, en dar un mensaje de manera
verbal pero con la conducta o comportamiento dar un mensaje totalmente opuesto al que
se dio verbalmente.
En los dos casos se produce una confusión, que a su vez, produce una gran incertidumbre,
una sensación de caos, de desorden desmesurado, un sentimiento enorme de estar perdido
en un mundo donde por más que se esfuerce el individuo por comprenderlo, no logra dar la
respuesta que los demás esperan: según lo socialmente establecido, aunque nadie tampoco
informa de manera concreta, concisa y clara en qué consiste dicha respuesta.
De acuerdo con Waztlawick, esto trae como consecuencia última, la búsqueda
desesperada de orden, que no es otra cosa que la búsqueda de control. No hay control, sin
orden. Por lo tanto el orden trae claridad, trae la seguridad de que se hizo o se dijo lo que
se esperaba en determinada situación o circunstancia, despejando así la confusión.
Este orden es una ilusión más, ya que tiende irremediablemente a la noción de realidad,
es decir, ya que el orden lleva a un estado de calma, de sosiego, de paz: hay una tendencia
irrefrenable a pensar y concluir que ese estado de paz es el que debiera prevalecer, en
cuanto estado verdadero, real y que por tanto hay que buscar. Cualquier otro estado que no
provenga de este orden, de este control, es un estado que no debiera de ser, es equívoco, es
falso e irreal.
Para el segundo apartado del texto, Waztlawick expone que la incertidumbre, arriba
mencionada, surge también a partir de situaciones cotidianas en donde el individuo busca
el orden sin siquiera tener una idea mínima de qué es lo que está buscando.
A través de una descripción puntual de varios estudios, el autor desenmascara las
maneras en las cuales la desinformación logra tergiversar los valores y/o principios con los
que el individuo intenta conseguir el orden, haciéndolos vagos y, por momentos,
profundamente confusos. Esto tiene como consecuencia que el individuo mezcle los
conceptos de realidad de manera indiscriminada y sin darse cuenta dos dimensiones
completamente distintas de la realidad: la realidad del primer orden, que hace referencia a
las propiedades puramente físicas (comprobables) de las cosas y responde, por tanto, al
proceder científico objetivo o a la razón; y la realidad de segundo orden, que se refiere a la
significación o valor que la cosas cotidianas poseen, y que no necesitan ser comprobadas.
Es así como surgen conceptos que representan lo que el individuo ve ahora como realidad:
“naturaleza”, “destino”, “Dios”.